Entiéndase como REVELACIÓN, del latín revelatio, “desvelamiento o manifestación de una verdad secreta u oculta”; y del griego APOKALUPSIS: “desvelamiento de un misterio y la comunicación del conocimiento de Dios al alma del hombre”. Leamos el siguiente pasaje que nos ayuda a interpretar bíblicamente esta palabra: “…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él (Dios), alumbrando los ojos de vuestro entendimiento…” (Ef. 1:17-18).

Mis amados hermanos y lectores, un pueblo creyente que no tenga el desvelamiento de la sabiduría de Dios en su vida, es como aquel a quien le dan una linterna en un lugar de alto riesgo y de mucha tiniebla para que alumbre en la oscuridad, pero no alumbra. ¿De qué le sirve esa linterna? Puede ser muy moderna, de muy buena apariencia y de buena marca, pero no alumbra; por lo tanto, la persona está en inminente peligro.

Dios no nos envía al mundo, que representa las tinieblas, sin darnos la revelación de su palabra mediante la prédica inspirada por su Santo Espíritu, a través de la cual revela las estrategias espirituales. Con el fin de evitar y sortear los peligros propios de un mundo gobernado por nuestro archienemigo: SATANÁS, quien busca incansablemente tu preciada alma para matarla y destruirla. Es más, necesitamos cada uno de nosotros esa misma unción espiritual del predicador, para que estemos en la misma sintonía espiritual. Tanto cuando leamos la Biblia, como cuando escuchamos la prédica.

Pero un pueblo sin revelación no tiene visión de lo presente ni mucho menos de lo futuro. Va a tientas deambulando por el mundo, engañando y siendo engañado, leamos: “Donde no hay dirección divina, no hay orden…” (Pr. 29:18 DHH). Este pasaje nos enseña algo muy importante. Si tú tienes revelación divina, tu vida será ordenada, tus pasos son seguros y permanentes hacia la eternidad. No estás adivinando ni especulando. Eres un creyente convertido y convencido, con evidencias de tu fe y convicción en Cristo Jesús. Sabes perfectamente de dónde vienes -del mundo- y sabes hacia dónde vas -al cielo eterno, la salvación-.

En el libro de Deuteronomio, Dios le ordena a Moisés que advierta al pueblo sobre las consecuencias de la desobediencia a los mandamientos de Dios, y le dice: “Jehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu; y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás prosperado en tus caminos; y no serás sino oprimido y robado todos los días, y no habrá quien te salve” (Dt. 28:28-29). Qué tremenda advertencia de parte de Dios para su pueblo.

Mi amado hermano, esta advertencia sigue teniendo vigencia en nuestros días. Hay millones de millones de cristianos entre comillas, que están siendo engañados, robados, hundidos en turbaciones espirituales y no prosperan en su vida espiritual ni material. Y lo más tremendo es que esperan alcanzar salvación, pero nadie los salvará. Ellos tienen conocimiento de la Biblia, les predican, se congregan como iglesia, profesan ser cristianos, pero pareciera que no les alumbra esa luz en medio de las tinieblas.

Y tampoco están dispuestos a poner por obra los mandamientos del evangelio de Cristo Jesús y este es el principal error, leamos: “De día tropiezan con tinieblas, Y a mediodía andan a tientas como de noche” (Job 5:14). Nunca, en toda la historia de la iglesia, ha habido tanta distribución del evangelio de Cristo como en estos tiempos, por radio, por redes sociales, por televisión, por libros, de persona a persona, en campañas, etc. Y, no obstante, andan a ciegas, indagando por la verdad. El día todavía alumbra, pero ellos andan como de noche: “Van a tientas, como en tinieblas y sin luz, Y los hace errar como borrachos” (Job 12:25).

Es increíble la cantidad de pecados que se cometen dentro de las congregaciones. Y ahora que está en boga los movimientos homosexuales, hasta estos ya son aceptados por iglesias cristianas entre comillas. Admitiendo matrimonios y adopciones de niños, en estos tipos de matrimonios diabólicos y anti bíblicos. ¡Acaso no están borrachos de religión, pero no de la unción del Espíritu de Dios! Han echado fuera de sus congregaciones a Jesús. Han establecido sus propias doctrinas, acomodándose al sistema, aunque eso signifique alterar los mandamientos divinos.

Dice la palabra de Dios: “Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad. Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos” (Is. 59:9-10).

Mi querido hermano, es tiempo de disponer nuestro corazón a obedecer los mandamientos del Señor. “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti será vista su gloria” (Is. 60:1-2). Antes que sea demasiado tarde. El día está avanzado y la noche viene.

Sométete a la voluntad de Dios ahora que todavía es tiempo. Si la palabra que Dios nos da es buena, no la menosprecies. Ámala, obedécela, anúnciala y vívela para la gloria del Señor. Que Dios te bendiga. Amén.