Hoy más que nunca, necesitamos tener la verdadera fe que le agrada a Dios. Y necesitamos oír la palabra del Señor que nos da la inteligencia y la fortaleza, motivándonos a escudriñar las Escrituras, porque en ellas se encuentra la vida eterna y ellas dan testimonio de Cristo. Necesitamos ser movidos por Dios para enseñar la sabiduría divina, la inteligencia para mi alma, ahora que las señales del fin se evidencian por el valor que se da a la ciencia. Y lamentablemente, el hombre no entiende que: “…el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Ro. 8:6).

A continuación, tenemos un extracto de un artículo del periódico Prensa Libre (págs. 8, 9 y 10), del 8 de mayo de 2023, que dice: “La inteligencia artificial vino para quedarse. En 1926, Nikola Tesla, habló sobre el funcionamiento e impacto social del teléfono inteligente. La inteligencia artificial (IA), que se basa en datos y algoritmos puede optimizar nuestras actividades, pero expertos consideran que debe regularse su aspecto ético. La IA es un campo que combina ciencias de la computación con conjuntos de datos para la resolución de problemas”.

El artículo además, contiene como subtítulos: “El peligro de algunas profesiones”, “¿Cómo adaptarnos a la IA?”, “¿En qué ámbitos avanza el uso de IA?”, “¿Cuáles son las ventajas y desventajas?”, “¿Hay que hacer una pausa en su uso y desarrollo?”, “¿Cómo no perder el sentido del ser humano con la IA?”, “¿Amenaza el proceso educativo?”, “¿Cómo se visualiza el futuro de la IA en Guatemala y el mundo?”

Los temas reflejan la importancia que tiene esto para los hombres de ciencia, con la opinión de organismos nacionales y de universidades internacionales, enfocados en el desarrollo socio-económico. Todo lo anterior afirma la profecía del libro de Daniel al decir: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Dn. 12:4).

Es indudable que aquel árbol del conocimiento o de la ciencia del bien y del mal, ofrecido a Eva, es ahora la moda de la IA. Y esto nos lleva a pensar en los niños y jóvenes que, impulsados o arrastrados por la corriente del mundo, están luchando para buscar la superación socio-económica, sin tener fundamentos y sin conocer o entender la palabra de Dios. Olvidando que el maligno tiene bajo su dominio a este mundo. Y que el corto tiempo de vida, setenta u ochenta años, será una prueba para evaluar la condición del alma y del valor de la fe en ella.

La palabra nos da el ejemplo de Josué, quien sustituyó a Moisés para llevar a Israel a Canaán. Josué fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron e hicieron como Jehová mandó a Moisés. Recordemos que Josué les dijo a los israelitas:  “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos. 24:15). Es mejor servir a Dios, que servir a la carne y al dinero, que es la raíz de todos los males.

Entiéndase que la enseñanza debe ser de los padres a la familia y que un hombre o una mujer de Dios, enseñará en el hogar a amar y a servir. Así como Timoteo, que recibió de su madre y de su abuela un testimonio verdadero. Trabajemos en la edificación de la obra espiritual en nuestros hijos y nietos, para que puedan echar mano de lo mejor y lo verdadero, que es la palabra de Dios y la vida eterna. Si no lo hacemos, Dios pedirá cuentas sobre nuestro amor al prójimo al final de la carrera.

El mundo reconoce y le da un gran valor a esa inteligencia artificial, pero nosotros, como pueblo de Dios, recordemos el consejo de la palabra que nos dice: “Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Él provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente” (Pr. 2:6-7).

         Y también el apóstol Pablo nos recuerda: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu…”  (1 Co. 12:7-8). El Espíritu es el don divino para vivir en santidad, con temor a Dios, guardando sus mandamientos. Con el Espíritu se recibe y se entiende la palabra, para dar a conocer con la conducta que Cristo está con nosotros y en nosotros, amando y sirviendo aun a los enemigos. Por ello, busquemos la llenura del Espíritu Santo de Dios para servir a Dios con amor.

Gracias Señor por tu palabra, que no es valorada por los académicos e intelectuales de este mundo, pero para nosotros tiene promesas sobre esta tierra y para vida eterna, si nos negamos y llevamos la cruz hasta el final. Que Dios les bendiga. Amén.