Como iglesia “Avivando La Fe”, se imparte la sana doctrina bajo la dirección y el cuidado del consejo pastoral de la iglesia central. Los domingos participamos de nuestras reuniones generales, que incluye Ágapes. Los Ágapes son grupos de enseñanza, enfocados a cada nivel de la congregación: niños, adolescentes, jóvenes, hermanos, hermanas, visitas y personas nuevas. El día lunes se atiende a los jóvenes con un segmento de preguntas y respuestas, para fortalecer el conocimiento y la doctrina del Señor Jesucristo.

Los martes tenemos el estudio de la carta en las casas, que les llamamos «campos» o «centros de estudio bíblico», en donde se realizan visitas pastorales para un mejor acercamiento a las familias de la iglesia. El día miércoles tenemos reunión general nuevamente, alternando un estudio a pastores cada quince días, para unificar un mismo criterio con los líderes de los diferentes lugares y mantener nuestra visión del trabajo espiritual en cada región. Los jueves tenemos un estudio y servicio general para hermanas.

El viernes hay reunión en la central, a cargo del diaconado, y los pastores visitan a las iglesias hijas en el interior del país, para compartir la palabra y continuar con este trabajo el sábado por la mañana. De igual manera un grupo de diáconos visita los viernes y sábados las diferentes regiones del país, siguiendo en esa labor de un trabajo misionero. Cabe mencionar los enlaces y visitas pastorales a la iglesia del norte en Estados Unidos. Sumamos a esto, los retiros de jóvenes a nivel regional, las actividades o retiros para parejas, los retiros para pastores y el retiro general, al final del año en el Aprisco.

En el retiro general del año 2018 el tema fue: “Pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. En la revista Ekklesía de ese año, se dieron como temas de apoyo: “Valores cristianos en el hogar”, “Guiando a nuestros hijos al nuevo nacimiento”, “El liderazgo del padre en la familia” y “El valor de enseñar las Escrituras en casa”. Después de seis años debemos analizar: ¿Cómo están los niños, los adolescentes y los jóvenes? Ahora que, según la palabra, la ciencia se acrecienta y habrá falsos pastores y maestros; de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Por eso dice la palabra: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6).

         Pablo nos dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17). Timoteo fue hijo de un varón que no entendió la palabra. Pero la madre y la abuela conocieron la verdad que da libertad y poder. Teniendo como resultado al joven Timoteo, discípulo de Pablo, quien le ayudó atendiendo una de las congregaciones más importantes. Además le ayudó a escribir cartas cuando la vista de Pablo estaba fallando. Aclaramos, no fue la capacidad del hombre, fue la llenura del Espíritu Santo.

Cuando nos arrepentimos y nos humillamos para buscar el perdón, Dios nos dará la justificación y podremos dar frutos agradables para el Señor al oír y creer la palabra. Y somos los mayores, los que debemos testificar lo que éramos antes, sin Cristo, pero al morir a los deseos del mundo, nacemos de nuevo e iniciamos el camino al que Cristo nos invita. Qué bendición es para el padre que entiende la importancia del amor a Dios y del amor al prójimo. Sin olvidar el mandato: “…Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mr. 16:15-16).

         Valoremos el amor de Dios y el sacrificio de Cristo para el perdón y la salvación; sumemos las enseñanzas que recibimos para amar y servir. No olvidemos que dando es como se recibe. El mundo da glorias vanas y satisface la carne, pero sin la paz y el consuelo del alma. Dios a su iglesia nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).

         La doctrina fructifica si somos buena tierra. Esto se verá en nuestros hijos, adolescentes y jóvenes, que escuchan los mandamientos que Dios dejó a su pueblo. Jesús nos dice: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14).

¿Qué pasa en la casa de los que acudimos, para escuchar la palabra, estudiar las cartas y la aplicación de la doctrina? Recordemos que Israel recibió los mandamientos. Leamos: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Dt. 6: 6-7). El pueblo no tuvo temor ni amor a Dios, por eso no recibieron la tierra prometida.

Hermanos, hoy tenemos la oportunidad y la esperanza de nuestra salvación y vida eterna. Por eso tenemos que atender a nuestra condición delante de Dios, para evaluarnos si estamos en la fe. Que Dios añada bendición a su palabra. Amén.