¿Quién es un embajador? “Es un agente diplomático de primera clase, y de confianza, que representa el estado que le envía, ante otro gobierno. Y también puede ser alguien que lleva un mensaje importante”. Creo que el activismo religioso puede esconder de nuestra vista espiritual, una parte importantísima de nuestra presencia en este mundo. Y por ignorar o no darle importancia a esta función, estamos perdiendo la oportunidad de cumplir el legítimo papel de ser hijos de Dios en el mundo. Leamos: “…que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Co. 5:19-20).

No sé si logra dimensionar la magnitud de ser llamados por Dios: embajadores de su reino. Esto encierra una importancia tan grande, que el apóstol Pablo dice literalmente que es: “como que Dios rogase por medio de nosotros”. Y que conste, no estoy hablando de ningún privilegio asignado por algún dirigente de alguna iglesia determinada, no. Estoy hablando de una responsabilidad adquirida, automáticamente, en el momento de ser testigos y objeto de la experiencia más sublime y trascendental que cualquier ser humano pueda experimentar en su vida, y es la conversión a Cristo Jesús.

Es una respuesta inmediata y espontánea que no necesita de ninguna presión para hacerlo. Es una respuesta de amor, ante una manifestación inmensa de amor derramado en nosotros los humanos. Y es el amor sacrificial y expiatorio de Jesucristo, perdonando nuestros pecados y otorgándonos el derecho de ser hijos de Dios y coherederos con Jesús. ¿Le parece poca cosa semejantes promesas, mi querido hermano? Antes de escribir este llamado a ser embajadores de Dios, el apóstol Pablo escribió: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (V. 5:17).

Esto quiere decir, que para hacer este papel de embajadores, es imprescindible haber nacido de nuevo en Cristo Jesús. Lo que significa, estar reconciliados con Dios mediante la sangre de Cristo. Y lógicamente, también necesitamos de la unción del Espíritu Santo de Dios, para que hablemos de él con denuedo y conforme a su voluntad. Y todo esto proviene de la eterna misericordia de Dios, quien reconcilió al hombre consigo mismo por Jesús. Y ahora, nos traslada el ministerio de la reconciliación, a todo hombre regenerado y reconciliado con Dios.

Funciones de un embajador

Las funciones espirituales serían temas completos para desarrollar. Pero seré breve y conciso, debido al tiempo y espacio.

         A.- Representa un reino. Nosotros, igual que nuestro Señor Jesucristo, estamos llamados a mostrar y dar a conocer los misterios y bondades del reino de Dios, nuestro reino. Leamos: “…Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lc. 4:43). Observe lo que dice el Señor Jesús: “Es necesario y para esto he sido enviado”. Así de importante es el compromiso de anunciar el reino de Dios. Hemos sido transformados en una nueva criatura, que lleva en sí misma las evidencias de las maravillas del reino de Dios.

Somos una muestra viviente de lo porvenir. Somos luz a las naciones. De allí su nombre: Evangelio del reino, buenas nuevas para la humanidad. Para todos los hombres que están prisioneros en un reino diabólico y esclavizante, cuyo rey es el mismo Satanás o diablo. Dice el apóstol Pedro: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable(1 P. 2:9). Sí, mi amado hermano, somos escogidos, adquiridos y llamados. Somos declarados por Dios, real sacerdocio y nación santa.

Y todo esto, para que con plena convicción declaremos al mundo las virtudes, las maravillas, el poder, la presencia viva y real de Dios en el hombre. Y que Dios es capaz de transformar cualquier vida, por muy destruida e inútil que sea, y darnos una oportunidad de salvación eterna en Cristo Jesús. Él puede hacer libre a cualquier hombre, aunque su prisión sea la de más adentro; aunque su verdugo sea poderoso; pero más poderoso es nuestro Señor Jesucristo. Leamos “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Is. 42:6-7).

         B.- Fieles a su reino. La lealtad al reino, a su rey y a todas sus leyes y principios que rigen ese reino, es indispensable para todo embajador. La fidelidad será un valor implícito en todo lo que él haga por su reino. No es posible que un embajador quebrante con premeditación y conocimiento a su propio reino; en tal caso sería llamado traidor. Dice la palabra de Dios: “Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá” (Sal. 101:6).

         Siendo embajadores de Dios en medio de un reino enemigo, corremos el riesgo de perder nuestro carácter de fieles, si nos dejamos seducir por las ofertas engañosas del diablo, pues él sabe que así fue como él perdió su lugar en los cielos, queriendo usurpar el trono de Dios. Leamos: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co. 11:3).

Sí, mi amado hermano, se fiel hasta la muerte para que seamos dignos de recibir la corona de la vida. Esforcémonos para ser adornos al evangelio del reino, mientras  vivamos sobre este mundo. “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo” (Ap. 3:12). Que Dios te bendiga. Continuará…