La formación educativa tiene mucha importancia en la mayoría de los seres humanos. Damos gracias a Dios por su ayuda, en el presente ciclo escolar que está concluyendo. Los jóvenes y señoritas, con esfuerzo y la cooperación de los padres, esperan aprobar y continuar en esa carrera, en los niveles de primaria, básicos y diversificado. Sin olvidar la oración y la lectura de la palabra diariamente. Y todos estos planes, si el Señor no ha venido por su iglesia, o probablemente que nos toque partir, como lo hemos observado en algunas familias. Ya que tenemos como señal del fin, el aumento de la ciencia en este tiempo.

En resumen, Dios nos está hablando para que le busquemos con necesidad. No olvidándonos de la fe que viene por el oír la palabra de Dios. Para permanecer en la pelea contra el maligno, que mantiene y perfecciona su espíritu de engaño con falsos profetas y maestros. Hermanos, tenemos dos meses para aprovechar a escudriñar la palabra en casa, en familia y en especial con estos jóvenes, para que elijan su profesión.

El Señor Jesús dijo a sus discípulos: “…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque  todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mt. 16: 24-26). En este camino, la muerte es importante para servir como parte de la iglesia, donde Cristo es la cabeza. Leamos: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Jn. 12:24).

Por amor al alma de nuestros jóvenes, y antes de seguir su capacidad intelectual, deben conocer esta verdad: “todo el mundo está bajo el maligno”, allí se incluye a todos los niveles. Satanás le dijo a Eva: “…el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3:5).

Salomón inició su ministerio de joven, con sabiduría divina. Pero amó más al mundo y cayó. Por eso nos dice: “Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores” (Ec. 7:12). Los estudiantes tendrán dificultad para entender estos temas y estos aspectos espirituales. Pero si entienden y viven la palabra, su conducta servirá para mostrar que todo se puede si Cristo está en nosotros. Dios dice: “por sus frutos los conoceréis”, así que los hijos sabrán el compromiso de testificar, a donde vayan a estudiar o trabajar, después de conocer la palabra.

Hay personas que por el conocimiento recibido se sienten más que los demás; la palabra afirma: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Hab. 2:4). Estos temas son más comprensibles, si morimos al mundo y a la carne. Esta doctrina se comprende cuando Dios nos lleva a la angustia, al recordar nuestra maldad y el juicio divino. Y nos mueve a la humillación, que hace surgir un clamor para recibir el perdón.

Porque Dios a los soberbios los mira de lejos y se acerca a los humildes. Por eso estudiemos con los hijos el nuevo nacimiento, la reconciliación y la llenura del Santo Espíritu. Con esta doctrina podrán continuar su camino, con la certeza de que ya no están solos y el padre de familia podrá decir a los hijos: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos”.

Los jóvenes pueden continuar sus estudios o bien su trabajo. Y tendrán en su interés, el deseo de conocer y entender a Dios y su obra, durante su vida en la tierra. Velando y orando para no caer en tentación. Siendo luz en las tinieblas y sal en la tierra. Habiendo entendido la palabra, para no afanarnos por la comida ni la bebida ni por el vestido. Porque hemos encontrado el reino de Dios y su justicia, y eso es más grande que el dinero y las riquezas. Y cuando escuchamos la palabra la valoramos, la recibimos y la ponemos por obra. Porque las aflicciones no son tropiezo.

Y el escudriñamiento de la palabra nos lleva al entendimiento, para creerla, practicarla y buscar el Espíritu de Dios, que hace que la semilla fructifique. Para reflexión con la juventud, el apóstol Pablo, que fue el siervo de Dios para nosotros, le dice al joven Timoteo: “…guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe…” (1 Ti. 6: 20-21).

Para concluir la reflexión, tenemos un regalo de parte de Jesucristo, especialmente hoy que varios hermanos han partido: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn. 14: 26-27). Si entiendo y practico el consejo, habrá paz, fe y amor en la familia y el padre externará: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”. Amén.