Estamos viviendo tiempos nebulosos, dentro de una “gama de grises”, en donde el surrealismo no sólo se da en el rango artístico o literario, sino también bajo la influencia psicológica. Esta influencia incluye: la publicidad, las redes sociales, juegos electrónicos, cine, televisión, molicie, diversión, etc. Y con el ánimo de hacer funcionar el subconsciente, aparta al hombre de su verdadera realidad, entregándolo a una manipulada mente, la cual en un manejo hasta místico o esotérico, consigue atrapar al hombre en prisiones fantasiosas, las cuales lo desubican mediante la ilusión de los sentidos. Ya en este estado de éxtasis, se convierte en marioneta del sistema y por ende de Satanás mismo, ya que: “…el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19).
El ilusionismo a todo nivel, captura entonces los receptores que nos comunican con el mundo material y mediante el engaño entregamos lo más preciado que es nuestra alma. Esto incluye aun a los mismos “creyentes”, leamos: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados…” (2 Co. 11:3). Toda esta estrategia elaborada por una mente perversa, pretende enfocarnos a una determinada conducta que nos hace ver verdades, pero “verdades a medias”. Y la verdad a medias, se constituye sin duda en “una mentira”, que equivale al “árbol de la sabiduría del bien y del mal”, descrito metafóricamente en las Sagradas Escrituras.
Pero el que no ha conocido “lo verdadero” ¿cómo evaluará el error? Ahora, la verdad siempre ha existido, ya que en la preexistencia de Dios, él es la verdad misma, ya que todo lo existente proviene de su suficiencia, manifestada en la gloria de su continua creación: “Dios es luz (verdad), y no hay ningunas tinieblas (mentira) en él” (1 Jn. 1:5). La mentira tiene su origen en el diablo: “…porque es mentiroso, y padre de mentira” (Jn. 8:44). Por eso la palabra establece un sólo parámetro justo delante de Dios: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mt. 5:37). Concluimos con esto que toda intención, palabra, concepto o adverbio de duda, jamás vendrá del eterno Dios.
El mundo fue creado por Dios como efecto de verdades reales y absolutas. No hay aquí ningún error. Es más, la sinceridad entre criatura y creador, se dio desde el inicio: “El alma que pecare, esa morirá…” (Ez. 18:20). Esto equivale a decir, que el que se apartara de la verdad no tendría esperanza. Es así, que el diablo siembra la malicia y la duda, diciendo: “Tú puedes ser como Dios (qué bueno). Si comieres de Satanás (la mentira), seréis como Dios…” ¿Qué es eso tan absurdo? Pues es el planteamiento gris, nebuloso, media verdad, engaño, hecho por Satanás. Además, crea incertidumbre: “¿Con que Dios te ha dicho eso?” De allí en adelante, la “gama de grises” (verdades a medias) rigen el desenvolvimiento de todos los seres humanos.
Entonces, bajo todo este conocimiento podemos asegurar que en el mundo no hay verdad, ya que ésta fue sustituida temporalmente por la mentira, la cual llevaría al hombre a su destrucción total. Dios en su infinito amor y misericordia, cual caudal y haz de luz, trae hasta nosotros la verdad, plasmada en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Él, mediante una vida transparente, sin errores ni pecados, lleno de la sabiduría perfecta de lo alto, ilumina las tinieblas prevalecientes, mostrando que sin la luz no hay vida: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Jn. 1:5). Por eso, fuera de la luz (la verdad) no hay esperanza: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz…” (Jn. 3:19). Vivimos en un mundo de penumbra, materialista y de mentira, en donde todo es gris; no hay blanco ni negro definido. Un mundo, en donde la apariencia se concibe como la mejor alternativa. Cada día hay más lujo y menos consistencia; más vista y menos durabilidad, aun en las relaciones interpersonales; y la hipocresía hasta se estudia, mediante la ciencia de la diplomacia. Humanamente no hay escapatoria, ya que los engranajes satánicos del error, actuando sistemáticamente, anulan cualquier otro razonamiento. Para eso vino Jesucristo, quien mediante la verdad como forma real de vida a toda vista de su entorno, muestra algo inédito para los mortales, los cuales despojados de esperanza, tienen que conformarse con los miserables conceptos egolátricos y de vanidad.
Pero este conocimiento será asimilado únicamente por los mansos, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los piadosos, en fin, aquellos que al final fuimos dotados por Dios mismo de un espíritu compatible con él mismo. Aquellos que mediante un apartamiento y llamamiento sublime un día, cualquier día, hemos nacido a una esperanza de justicia. Los que tal vez sin pensarlo, hemos recibido “un regalo bendito” por el entendimiento, bajo el concepto bíblico: “…porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer…” (Fil. 2:13).
Entonces: si Satanás, mediante sus conceptos falaces de mentira en su “gama mediocre de grises” tiene engañado al mundo entero con un futuro de muerte, y Dios es la verdad absoluta que define lo blanco como blanco y lo negro como negro, y que al final nos presenta una perfecta esperanza de eternidad, creo que tenemos que definir nuestro corazón y nuestra vida. Dios quiere: “TODO O NADA”: “El que no es conmigo, contra mí es…” (Mt. 12:30). Y esto es lo que realmente define nuestra verdadera inclinación. Definamos nuestro corazón, porque: “Ninguno puede servir a dos señores…” (Mt. 6:24). Amado hermano: yo elijo y tú eliges. El tiempo y nuestras decisiones, definirán la sinceridad de una genuina búsqueda y llamado hacia nuestro Dios y la vida eterna. Que Dios nos ayude a encontrar la ruta de la definición, porque repito: Dios quiere: “TODO O NADA”. Amén y amén.