En donde nos encontramos se tienen rubros afectando a la clase media, pero con más fuerza en los pobres, que manifiestan desnutrición. Recordemos que vivimos más de treinta años bajo muerte y destrucción, especialmente para la familia campesina. Esta muerte y destrucción hoy, la experimenta la clase media baja que vive en la ciudad, donde la muerte ocurre a la luz del día, en los buses, en las calles, en pequeños negocios; sumándose en este año la corrupción gubernamental; sin olvidar las drogas, la sodomía, el lesbianismo, etc. Por estas cosas, los padres o familias buscan emigrar al exterior, dejando la familia por temor a la muerte, con la esperanza de la  superación económica. Como escape, algunos se refugian en una religión más la búsqueda de la superación económica por medio de la educación para niños y jóvenes, y cambiar así el estatus económico.

La intensión puede ser buena, pero sería de gran bendición si valoraran a Dios en el hogar. Salomón nos dice: “…No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Ec.12:12-13). Si esto se practica con fe, los resultados y efectos son positivos sin salir del país. También dice: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Pr.9:10).

No menospreciemos la palabra: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr.22:6). El apóstol Pablo le recuerda al joven Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2Ti.3:16-17). El evangelio nos advierte que la ciencia aumentará, el amor se enfriará y la fe escaseará ¿Cuál es la causa? En la parábola  del sembrador se explica que muchos asisten a la iglesia, oyen con gozo, pero cuando vienen las pruebas, los afanes, las diversiones o por amor a las riquezas, la palabra se pierde y no da fruto. Para no caer en las tentaciones, además de las Escrituras necesitamos  ser llenos del Espíritu Santo para amar, tener poder y dominio propio.

Llevando así al mundo buenas noticias que  cambian al afligido y nos hacen más que vencedores, porque si Dios es con nosotros, nada ni nadie es contra nosotros; porque si creemos a su palabra, no nos perdemos y esperamos vida eterna. Si  no pudiésemos ir a otros países llevando el evangelio, Dios nos mueve a compartir con el prójimo, sean familia, vecinos, compañeros de trabajo o de estudio, para que vean la paz y el gozo que Cristo nos da. Si permanecemos en él, evitaremos lo que experimentó Israel, a quien Dios dijo: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (Os.4:6). El Dios de Israel es nuestro Dios, él no cambia ni su palabra, pero a nosotros nos cambia cuando nos llama y le obedecemos, y seguimos su ejemplo  testificando su poder y  amor.

Cristo dice: ¿Quieres venir en pos de mí? Niégate a ti mismo, toma tu cruz cada día y sígueme. Si le seguimos, llegaremos al Padre para recibir su gloria, si estando en este mundo damos frutos dignos que glorifiquen su nombre. Dios nos habla: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo, en mi trono…” (Ap.3:19-21).

“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn.15:8-10). Esto será en nuestra vida si buscamos antes que el mundo, el reino de Dios y su justicia, para no afanarnos por la comida, bebida y vestido: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt.6:33). Y con esto vendrá: gozo, paz y vida eterna. Te rogamos Señor de tu conocimiento y entendimiento para amarte y servirte, llevando frutos que te glorifiquen.