“Esto te escribo (…) para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Ti. 3:14-15). Palabras del apóstol Pablo a Timoteo, verdadero hijo en la fe, para que anunciara la palabra de Dios y viviera el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.  

En iglesia Avivando La Fe, nos dedicamos a compartir la palabra de Dios, cuatro días a la semana en la iglesia central; luego, dos días para hacer visitas pastorales regionales en el interior de la república y algunas veces fuera de las fronteras del país. En estas visitas tenemos la participación y la asistencia de los líderes y de la congregación local, en donde se comparten testimonios y la sana doctrina. Buscamos, con la ayuda del Señor, la extensión del evangelio a cada región; no olvidando el estímulo para hacer estudios en los hogares y recalcando la llenura y la renovación del Espíritu Santo. La edificación mutua se continúa en los hogares que abren sus puertas para hospedar hermanos que visitan a la iglesia central. Como plan de reforzamiento para el amor y la fe que necesitamos, tenemos dos reuniones durante cada mes, para profundizar nuestro conocimiento en la verdad que nos libera y unificar nuestro pensamiento en el mismo sentir de Cristo Jesús, para permanecer firmes hasta llegar al final de nuestro camino en Dios.

Como fiesta espiritual, cada fin de año, nos reunimos durante dos días con una multitud de hermanos de todo el país y con la presencia de los miembros de los países vecinos para glorificar a Dios. Hay una gran edificación al escuchar los testimonios, al ver y conocer a más hermanos, para que en unidad oigamos el consejo que fortalece nuestra fe y acrecienta nuestro amor a Dios y al prójimo, quien necesita saber y conocer al único y sabio Dios.

En los últimos meses, hemos visto la extensión del evangelio a nuevas comunidades como fruto de la palabra que nos cambia y que nos une para llevar el amor de Dios que nos ha hecho nuevas criaturas. Así, los hermanos del Pinal, en el Quiché, con el amor de Dios y al prójimo, recibieron a dos jóvenes radicados en la zona reina. Viendo la necesidad se hizo una visita con miembros del Pinal y miembros de la central, incluyendo a dos pastores. La obra continúa con visitas de hermanos a la zona reina. Ahora son tres, al unirse la madre de los jóvenes, confiando en la palabra que nos dice: “…donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:20). ¡Gloria a Dios!

En Río Hondo, Huehuetenango, Dios declaró: “…a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Ro 8:28). El hermano Mario Tayún, uno de nuestros pastores, llegó en el momento de crisis para la vida de su padre, quien falleció. Pero fue oportuno dar el mensaje a la comunidad donde se reúnen familias necesitadas de conocer a nuestro Dios. La respuesta se da, por el amor a las almas y la unidad de nuestros hermanos, quienes se han organizado para entregar la palabra de Dios. Así, hermanos de Huehuetenango, de Momostenango, y un hermano de San Marcos, visitan y velan por el crecimiento de la iglesia del Señor. Gloria a Dios por el amor y la unidad que viven los hijos de Dios.

En San Agustín Acasaguastlán, El Progreso, invitaron al concejo pastoral para dar la bienvenida a un grupo de quince personas de la comunidad del Chanrayo, quienes oyendo la palabra, han manifestado su deseo de pertenecer a la iglesia que busca avivar nuestra fe. Lo que vimos es la unidad y la comunión que Dios ha dado en la iglesia de Sanarate, donde unidos trabajan para la extensión del reino de los cielos.

Dios paga a cada uno conforme a su obra: “…vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia…” (Ro. 2:7-8).

Reflexión: ¿Cuál es la condición del grupo donde perseveras? ¿Cuál es la condición de tu familia? Estamos en el décimo mes del año. Tus hijos han recibido este año el conocimiento de las cosas materiales y de este mundo.  Ahora tienen dos meses para oír de Dios y conocer a Dios en casa, leamos: “…guárdate, y guarda tu  alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos” (Dt. 4:9).

Dios a su pueblo dice: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.  Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15:12-14).

Que Dios nos ayude a perseverar en la extensión del reino de los cielos. Amén.