Ante esta pregunta, Dios respondería: “Donde siempre he estado, en mi trono”. Pero lo importante de esto es: ¿y dónde están los hombres de Dios? ¿Dónde están esos profetas modernos, del siglo XXI, que marquen la diferencia en la historia de la iglesia, donde se revele el brazo potente del Dios todopoderoso, así como sucedió en la iglesia primitiva y en la época de la edad media? Nuestro Dios no ha cambiado. Él sigue siendo Dios y su poder eterno está accesible a todo aquel que le invoca de veras. Él ha utilizado a hombres ungidos con su presencia, a manera de cinceles, para esculpir en la historia de la humanidad y de la iglesia, su presencia, su poder transformador y sanador. Su mano no se ha acortado para salvación.

Dios está presente, lo que hace falta son instrumentos dóciles que nos dejamos usar por Dios y que usemos su poder en beneficio de los hombres. Hombres que no sólo sean poseídos por Dios, sino que también posean al Dios eterno. Dios dijo de un hombre llamado Saulo, de Tarso: “…instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel…” (Hch. 9:15). Dios busca hombres que se dejen dirigir en todo momento de su vida y en todos los aspectos de su quehacer diario. Que se muevan cuando Dios quiere y que se detengan cuando Dios lo diga.

Muchas veces nuestro propio conocimiento y “virtudes”, se convierten en nuestras más grandes piedras de tropiezo e impedimentos. Somos demasiado sabios, demasiado prudentes y autosuficientes. Ponemos en tela de duda la dirección de Dios en nuestra vida y dudamos de su capacidad para dirigirla. En cuántas decisiones ignoramos a Dios, y prescindimos de su guianza. Pero nos hacemos llamar siervos de Dios o hijos de Dios. ¿Cómo crees que puedes hacer la obra de Dios, si Dios no está contigo? Sin él, somos unos perfectos ineptos e incapaces de hacer nada. Hasta lo más simple en su reino lo echamos a perder, por la falta de juicio espiritual.

Esto es evidencia de la ausencia de Dios en nosotros. El Señor Jesús dijo a los discípulos que dudaban de su legitimidad mesiánica: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn. 14:10-11). Las palabras y las obras que Jesús hacía, eran la manifestación pública de la presencia de Dios en él. Absolutamente todo lo dirigía Dios. Esto le daba plena confianza al Señor Jesús de la legitimidad de su llamado.

Oh, mi querido hermano, cuánta razón tenía el rey David al aconsejar a su alma, diciéndole: “Alma mía, en Dios solamente reposa (espera), Porque de él es mi esperanza. El solamente es mi roca, y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré. En Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está  mi roca fuerte, y mi refugio” (Sal. 62:5-7). Sí, mi amado hermano y consiervo, ¿quieres mantenerte fiel e imbatible en esta poderosa batalla por la vida eterna? Seamos humildes y reconozcamos de corazón que nos hemos alejado de Dios y su unción. Y acepta con resignación las consecuencias de tus errores.

Acepta de corazón que el único culpable ERES TÚ. Lleva tu yugo y soporta el peso de las consecuencias de tus pecados. Convierte tu habitación en un verdadero cuartel de oración y gemido delante de Dios, para ser merecedor de alcanzar el oportuno socorro. No sé cuánto tiempo falte para que mi Salvador Jesús rapte a su amada iglesia. Pero que está cerca, lo está. Y yo te pregunto: ¿Estás preparado? ¿Podrías decir con toda convicción: ¡Ven Señor Jesús! yo te espero? En lo personal, estoy convencido que el Espíritu Santo ya dice: ¡Ven Señor! El escenario profético cada día se complementa. Hay muchos acontecimientos que se están dando frente a nosotros mismos, tanto en la naturaleza, en la sociedad y en la iglesia.

Iglesia de Cristo ¿acaso no te has dado cuenta de todo esto? ¿Cómo las iglesias se han convertido en vientres estériles que no producen hijos legítimos? Se habla de Cristo, pero no tienen la doctrina de Cristo como motivación de vida. Se admira a los grandes patriarcas del antiguo tiempo y nos emocionamos al leer la vida de los apóstoles. Hombres que fueron enviados a anunciar el evangelio de la salvación, a una sociedad corrupta y corrompida; aun sabiendo que sus vidas corrían peligro. Y aquellos valientes hermanos nuestros, fueron asesinados por predicar contra un sistema satánico, gobernado por verdaderas legiones de demonios, como era, ni más ni menos que, el poderoso imperio romano. Pero el cristiano moderno no está dispuesto a sufrir el más mínimo riesgo por Jesús.

Si somos realistas y abrimos nuestros ojos, nos daremos cuenta que estamos en condiciones similares. Nos invade la corrupción en todas las esferas de la vida social, religiosa, privada, etc. Pareciera que nada se escapa de ese virus satánico que destruye todo. Las bandas de demonios y sus legiones de ángeles caídos han invadido el mundo, porque saben que su tiempo es corto: “…¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap.12:12).

Mi amado hermano: ¿estás con las vestiduras del soldado de Cristo para resistir al diablo hasta que huya de ti? ¿Tienes puesto el yelmo, la coraza y las sandalias? ¿Estás seguro que tienes el escudo de la fe; y en tus manos, la poderosa palabra de Dios? Y sobre todas las cosas ¿Tienes el Espíritu Santo reinando en ti? Si no, ¿qué esperas? La noche está avanzada y el esposo viene. Que Dios te bendiga y te llene de su presencia. Amén.