|El ser humano, como criatura perfecta creada por Dios a imagen y semejanza suya, es realmente un verdadero misterio. Pero hay algo maravilloso: es el logro armonioso de acciones y reacciones funcionando en un equilibrio; producto de una inteligencia creativa, superlativa y eficaz, la cual a su vez, conjuga estrictamente con todo lo creado que lo rodea. Entonces ¿qué es lo que pasa cuando alguien enferma psíquica, física y/o espiritualmente? Lo que sucede, es que algún eslabón de la cadena de perfección se debilitó; haciendo colapsar parte del sistema y a su vez, desbalancea toda la maquinaria. De allí en adelante, un proceso progresivo y degenerativo llevará a la misma muerte.

Si nos remontamos a nuestra ascendencia primitiva, allá en el huerto de Edén no se conocía ningún género de enfermedad. Entonces: ¿en dónde se originó la primera enfermedad? Pues allí, precisamente al romperse las leyes sempiternas, preestablecidas con toda inteligencia y esmero. A lo que la Biblia define como: “pecado”. Este atentado mortal a la integridad de los valores del equilibrio perfecto, inicia una reacción en serie, la cual no sólo afectaría la vida del hombre, sino todo su ecosistema; degenerando paulatinamente todo lo creado.

Por ende: somos enfermos, dentro de un sistema enfermo que agoniza al haber perdido el equilibrio, en un divorcio con el creador de todas las cosas. ¡Trágico, pero verdadero! Ya que estamos viviendo cada día enfermedades más terribles e incurables, al extremo que son, aun las mentes degeneradas de “científicos” que en sus laboratorios están llegando a crear mutaciones de bacterias y virus, cada vez más letales. Fomentando el principio de las guerras biológicas, que en su momento destruirán a toda la humanidad. Sin embargo, las Sagradas Escrituras ya lo anunciaron proféticamente, leamos: “…Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Dn. 12:4).

Ahora, con el conocimiento de todo lo anterior, estamos convencidos que las enfermedades de toda índole, no nacieron con el hombre, sino que fueron adquiridas en desacato. Entonces, si las enfermedades tienen origen en el pecado de la desobediencia, las consecuencias son definidas con la muerte al final del camino, leamos: “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23). Y de allí, que todos enfermamos. Y de seguro, moriremos tarde o temprano. Entonces, ante el inminente fracaso total para toda la humanidad, Dios concibe anular el pecado legalmente. ¿Y cómo lo logra? Pues a través de la única forma, originada por el amor y la misericordia. Dando origen a la maravilla del PERDON. Pagando además, el precio en justicia “del justo por los injustos”, leamos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8).

Las iglesias están llenas de enfermos del alma y del cuerpo. Entes que no hallan el reposo y viven llenos de ayes y achaques. Siempre están enfermos y turbados. Sufren de: gastritis, presión alta, insomnio, dolores de cabeza, estrés, dolores articulares, colesterol alto, y los hay hipocondríacos a granel, que creen que tienen todas las enfermedades del mundo, etc. Patologías que al final se vuelven crónicas e irreversibles, afectando a la sociedad entera. Quiero decirte amigo y hermano en Cristo, que creo que no has entendido que la mejor medicina, infalible, es: “el misterio del perdón”.

Y si tomamos en cuenta, que el origen del perdón es divino y que mediante el perdón me acerco de nuevo a Dios. Y que ya cerca de él, retomo la obediencia a las leyes y principios del equilibrio, ordeno mi mente, ordeno mis células, órganos y sistemas. Y en la medida de más acercamiento, voy encontrando un nuevo estado de salud y paz. Además de seguridad, ya no hay incertidumbre de nada. Y en ese estado de confort y armonía, leamos: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño” (Sal. 32:1-2).

Si tú has sido perdonado por Dios, hoy también te corresponde: “perdonarte a ti mismo”. No más auto reproches y creo que estás casi completo. Pero tal vez, entonces, te falta algo vital para ir recuperando tu salud. Y es: “Perdona a todo aquel que te ofendió en cualquier etapa de tu vida”. Cuando tú perdonas, generas salud mental, emocional, espiritual y física. Encuentras paz y reposo, y cumples con esta maravillosa ley divina: “Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Mr. 11:26).

Mi muy amado hermano, creo que si tomas en cuenta estos principios de vida, perdonando incondicionalmente a todo aquel que te ha ofendido, habrás encontrado la medicina infalible para toda enfermedad del cuerpo y del alma. Disfruta un nuevo estado de salud y paz. Así también lograrás afectar positivamente todo tu entorno. Con la consecuente esperanza de una vida plena, para testimonio al mundo de que vale la pena vivir en los principios divinos para vida, que Dios a través del perdón te da para que seas sano y libre. Así sea. Amén y Amén.