La iglesia está siendo afectada por la pandemia. Iniciando su segundo año, somos testigos de fenómenos que afectan el ambiente socioeconómico como la corrupción. Esta crisis ha afectado la economía, la política y el comportamiento humano que incluye la formación de la familia. Como hijos de Dios, debemos conservar la palabra del Señor en nuestro corazón, para que nuestras buenas obras resplandezcan como luz en las tinieblas. La iglesia está siendo afectada por la pandemia. Iniciando su segundo año, somos testigos de fenómenos que afectan el ambiente socioeconómico como la corrupción. Esta crisis ha afectado la economía, la política y el comportamiento humano que incluye la formación de la familia. Como hijos de Dios, debemos conservar la palabra del Señor en nuestro corazón, para que nuestras buenas obras resplandezcan como luz en las tinieblas.

Como ejemplo de esas densas tinieblas en el mundo, podemos mencionar varias noticias recientes de algunos rotativos: En el año 2020, los embarazos en menores de edad sumaron 99,656. Como muestra del consumo de drogas, se da el decomiso de 2000 kilos de cocaína, a finales de diciembre del año 2020. Unos días antes, cae una avioneta con 510 kilos de droga. Este producto sería para comercializar en Estados Unidos y fue producido en algunos países de Suramérica.

En los países desarrollados, el consumo de drogas es el  resultado de la demanda que tiene la juventud, la cual busca olvidar sus problemas o como un estímulo para rendir más en el trabajo, estudios o deporte. Este fenómeno no se practica en la juventud que conoce la verdad, que da libertad. La palabra del Señor nos declara: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn. 14:27).   Por la demanda del producto, en Guatemala hay regiones dedicadas a la producción de estas hierbas, lo cual incita al consumo. Porque cuando no conocemos ni amamos a Dios, amamos el dinero, que es la raíz de todos los males. En las ciudades principales del país, la juventud que no recibió de los padres la doctrina cristiana, se ha organizado para vender y consumir drogas. Creándose grupos que para tener fondos, se organizan para extorsionar a los transportistas o pequeños negocios.

Se buscan formas que no puedan ser explotadas por otro grupo. Y con ello, se da lugar a peleas que afectan la tranquilidad de familias que se ven obligadas a emigrar. Propiciando así, la búsqueda del llamado “sueño americano”, con el pensamiento de una mejor calidad de vida. Si el individuo en el exterior, encuentra el camino al reino de los cielos, podrá oír y entender la sana doctrina, leamos: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mt. 16:25-26).

Esta verdad se ha cumplido en varios que oyeron la palabra. Algunos están entre nosotros, dando testimonio de la obra que Dios ha hecho en su vida. Otros se han quedado en el norte, sirviendo en la obra para que el evangelio se siga predicando y cambiando vidas. La obra se realiza y se extiende, si recibimos y ponemos por obra la sana doctrina, que nos guía a escudriñar las Escrituras en el hogar, con la familia, para crecer en fe, esperanza y amor.

Salomón da importancia al adolescente y al joven diciendo: “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad” (Ec. 11:9-10). Todo esto, antes que llegue la vejez. Por ello, Dios dice a los padres que aman al pequeño: educa con sabiduría al niño, con la palabra. Cuidando que la conducta de los padres sea con la guianza del Espíritu de Dios, para enseñar sobre la importancia de amar y temer a Dios.

Lo expresado para la formación del adolescente y joven, se hará una realidad si se cumple con explicar la doctrina del nuevo nacimiento, más la conciencia de ser bautizado en agua para el arrepentimiento. Y rogando a Dios la unión del Espíritu Santo, porque escrito está: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5).  No olvidemos: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Hab. 2:4). Pidamos al Señor por los niños y por los adolescentes de la iglesia para que busquen a Dios. Porque los días que vienen, son para definir nuestra convicción y formación, que Dios dará a los que le amamos y honramos. Amén.