El Celo En La Congregación

22 octubre, 2024

Antes de que iniciara la iglesia “Avivando La Fe”, la mayoría estábamos en una religión cristiana, buscando la santidad dominical. Gracias a Dios los jóvenes, guiados por la palabra y el Espíritu, fueron movidos a evangelizar y a orar antes de cada servicio. Gracias a Dios la iglesia sigue creciendo en asistencia y nuevos campos. Pero ahora estamos en el tiempo del fin, en donde se nos dice: “…y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mt 24:12).

La decadencia de la fe se está cumpliendo, como lo dice la palabra: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mt. 20:16). El Señor Jesús nos llama a la negación a nosotros mismos, a llevar la cruz y seguirle. Y también se nos habla: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrifico vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Ro. 12:1).

          Agreguemos a esto el entendimiento de la palabra del Señor que nos dice: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14). El Señor nos llamó a morir y nacer de nuevo, para recibir el Espíritu Santo.

Dios espera que su iglesia atienda el llamado a dejar la tierra y parientes, para cumplir con la obra misionera, como lo que hizo «Eduardo Sibulca» dejando su país para hacer la obra en Guatemala. Le conocí en San Marcos, cuando vino uno de sus hijos para ayudar a los que perdieron su casa en el terremoto de 1976. El otro joven trabajó en el Seminario Centroamericano. Gloria a Dios por ese ejemplo.

Desde hace unos quince años, se inició la obra misionera en Estados unidos, para visitar y apoyar a los latinos que dejaron su país para trabajar y vivir en Estados Unidos. Se hacen visitas a varios grupos que oyen la palabra.

Damos gracias a Dios por la sana doctrina que recibimos para conocer y vivir la verdad y ser ejemplo de servicio en donde nos desarrollamos. Recientemente en la carta sobre “La verdad no se impone, se recibe” se menciona el peligro que se tiene por las miles de religiones o sectas que engañan a los que no conocen la verdad que se recibe en la iglesia. Timoteo recibe de parte del apóstol Pablo, la advertencia sobre la apostasía que viven en organizaciones llamadas cristianas donde mujeres predican. A esto se le suma el auge de la ciencia y las redes sociales que corrompen los valores espirituales, desviando la orientación espiritual y desintegrando a las familias.

El Señor sigue diciendo a su pueblo: “…el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (V. 5). Pongamos atención a este consejo: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Ro. 8:26-27).

          Si entendemos la sana doctrina, serviremos en la congregación y tendremos una familia unida, en comunión y con bendición; gozaremos de paz, fe y el amor de Dios. Esta unidad en casa nos llevará a enseñar y practicar la sana doctrina. Y con el Espíritu Santo, venceremos al maligno y podremos decir como Josué: “…pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos. 24:15).

          Al final de la carrera, Dios separa a las ovejas de los cabritos. Y para el examen final, a las ovejas dirá: “…Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación el mundo. Porque (…) estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mt. 25:34-36).

          En este cuidado necesitamos ese celo y un incondicional deseo por agradar a Dios y hacer su voluntad, proclamando su gloria y majestad ante el mundo, leamos: “Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso” (Dt. 4:24). Leamos también: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:19-20).

          Hemos fallado a nuestro pacto con Dios, cuando se manifiesta en nosotros una vida religiosa, siendo insensibles al pecado; actuamos sin entendimiento ni discernimiento espiritual, lo que nos aleja de Dios y contrista el Espíritu Santo. Recordemos: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Ro. 11:36).

          En muchos hogares hay tolerancia al pecado, se oyen calumnias, críticas al prójimo, violencia, celos amargos, modas, celebraciones, tradiciones paganas, culto al yo y hasta el pecado, y nadie dice nada; cedemos ante las reacciones de rebeldía y desobediencia. Se ha perdido todo concepto de temor, orden, disciplina y corrección.

Corrige y limpia todo rincón de tu casa, mira tus amistades y la de tus hijos, tecnología, influencias familiares externas y, sobre todo, que los padres puedan ser ejemplo de testimonio y vida. La palabra dice: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6:4). Que Dios nos ayude. Amén.