En este estudio trataremos de considerar los diferentes tipos de liderazgo que se dan dentro de nuestras sociedades; y que, de acuerdo a metas y objetivos, cada quien evaluará dentro de este rol, su participación activa. Pero para fines prácticos, los hombres en los términos del materialismo, siempre buscarán satisfacer para sí, sus propios intereses y necesidades de acuerdo a sus ambiciones, las cuales cotidianamente han de confluir en aprovecharse de los recursos de otros y sin mayores escrúpulos.
El hombre arrebata y acapara todo lo posible y esto en lo concerniente, no sólo a los valores tangibles como las riquezas en especie, el dinero y las posesiones, sino en aquellos que hacen grandes a los hombres. Tales son: la fama, la gloria, el poder, el dominio, hasta aquellos satisfactores íntimos que provocan placer personal, satisfaciendo demandas de acuerdo a sus propias concupiscencias y cultura adquirida.
El problema, para fines prácticos, no es sólo personal, pues en su aplicación y demanda, afectan de cualquier manera a los estratos sociales más vulnerables en cuanto a capacidades y recursos. Trayendo consigo grandes catástrofes sociales. Induciendo hasta crueles guerras que destruyen la vida de millones de seres inocentes y frágiles, aun rompiendo todas las reglas de su ecosistema (reino animal, vegetal y mineral).
Todo lo anterior se hace ante estos «liderazgos perversos» que buscan para sí, sus propias metas sin importar la destrucción global; y así satisfacen, nada más que la vanidad de sus poseídas mentes satánicas. Esta es la realidad de nuestro mundo actual, en donde el liderazgo con sesgos personales, por inducción del maligno, rige universal- mente. Siendo esto una herencia diabólica, la cual gobierna desmesuradamente a esta generación del mal. Leamos: “…y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19).
Atendiendo a este análisis, veamos cuál es la verdadera realidad espiritual, en su origen, creada mediante estas estructuras de maldad y de mentira. Existen claramente establecidos «dos reinos espirituales». Y es que después de la caída del querubín, luego llamado Satanás, y sus seguidores, los ángeles que no guardaron su dignidad, éste instaura su reino de maldad en este mundo. Creando sus propias leyes y principios en base al odio, la envidia, el rencor, el resentimiento, la malicia, la venganza, etc., hacia Dios y toda su creación, leamos: “El ladrón (el diablo) no viene sino para hurtar y matar y destruir…” (Jn. 10:10).
En este reino, Satanás como líder máximo crea sus jerarquías de poder, levantando grandes líderes humanos con muchas capacidades políticas, científicas, económicas y aun religiosas. Poseídos de demonios, de acuerdo a su espíritu, los cuales esclavizan y subyugan a toda esta generación, que al final termina en culto y adoración a este sistema de maldad y herejía. Aman y se postran ante sus desdeñadores, deshonrando su propia dignidad de criaturas hechas a la imagen y semejanza de Dios. Para los esclavos del sistema y sus líderes, no hay salida humana, ya que su estructura es espiritual y Satanás nunca dejará libre a nadie; al contrario, los sumerge más y más hasta hundir y devorar a cada alma.
Veamos ahora el otro reino, que también es espiritual. Y es: “El reino de los cielos”. Y esto es precisamente, la gloria y la esperanza del hombre de escapar de cualquier estructura satánica. Este reino fue anunciado proféticamente a nuestros padres. En donde también su rey, habría de venir con una plena manifestación de humildad, misericordia, amor, sencillez, sin gloria humana, en un «liderazgo auténtico». Sí, muy humilde, pero con gran poder. Sin precedentes humanos, para destruir toda obra perversa y a las potestades creadas por un régimen de destrucción.
Y esto no con armas materiales, sino con el conocimiento y aplicación de la verdad absoluta, la cual estaba oculta a la humanidad entera, ya que tinieblas cubrían la faz de la tierra, leamos: “…y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32). Es nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien acerca un nuevo reino, desconocido para los hombres por la penumbra del pecado y la muerte como consecuencia, leamos: “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 4:16-17). ¡ALELUYA, ALELUYA! Jesucristo con poder, gloria y por él mismo, acerca el reino de Dios y lo muestra al mundo en una maravillosa forma vivencial, mostrándole a las potestades del reino liderado por el maligno, que la luz prevalece sobre las tinieblas.
Y además, mediante el perdón de los pecados por su muerte, los hombres pueden ser libres de la muerte eterna y luego, venciendo la muerte misma, manifiesta: “…Consumado es…” (Jn. 19:30), que traducido del griego «Telestai Kala» significa cuenta saldada, finiquitada; para lo cual, era extendido por un juez, un certificado de absolución y liquidez total. Leamos: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Ro. 8:1).
Todo lo dicho no es una simple retórica, sino una manifestación viva y eficaz del amor y del poder absoluto de Dios sobre todo lo existente y creado, aun en la dimensión de lo intangible y espiritual. Es la esperanza de resucitar un día, como Cristo resucitó de entre los muertos; y vivir con él, eternamente y para siempre en una nueva oportunidad espiritual en cuerpos transformados y glorificados, de acuerdo a los valores eternos. Amados hermanos y fieles, esta es una ocasión única. Abrasémosla, amémosla y vivamos en esta esperanza viva. Así sea. Amén y Amén.