Perseverancia, sinónimo de humildad

8 febrero, 2015

Perseverancia del latín perseverantia que significa: constancia, persistencia, firmeza y dedicación que incluye ideas y actitudes. Se refiere además a una duración permanente o continua. Seguir adelante a pesar de las dificultades, obstáculos, frustración, desánimo; venciendo aun los deseos de rendirse ante circunstancias adversas. Si fracasa, vuelve a intentarlo, superando los errores y dentro de esto, lo más importante es mantener la meta clara y definida con la tendencia siempre al blanco.

Amados, estamos caminando sobre una ruta clara y precisa, la cual es Cristo Jesús y él, mediante su andar, nos ha de guiar precisamente hasta la presencia del mismo Dios, el cual ha de ser en adelante, nuestra meta y objetivo final. Desde que iniciamos, por fe hemos aceptado a Jesús y con esto un camino, el cual por la fe misma será en adelante el modelo único y exclusivo. Imaginémonos ahora dentro de esta nueva estructura, la cual fue diseñada sabia y cuidadosamente por nuestro Dios, y en donde habrán muchas cosas difíciles de entender y mucho menos de aceptar, ya que no se ubican dentro de nuestros cánones humanos pre establecidos mediante una sociedad corrupta, con metas fundamentadas en  el materialismo filosófico y pragmático, propio del reino de Satanás mismo, en el cual aceptamos mentiras y fantasías como una realidad existente, que incluyen hipocresías diplomáticas envueltas de maldad y aprovechamiento disfrazado de un falso amor.  Llegamos a enfrentarnos con la verdad misma, la cual suele ser dura ante nuestra propia realidad. Qué difícil aceptar que “yo” soy egoísta, avaro, mentiroso, corrupto, concupiscente, amador  de mí mismo, hipócrita, disoluto, ladrón; “quizás otro lo sea” ¿pero yo….? Sin embargo, ante la verdad absoluta de la palabra, delante de la cual, como un espejo estamos desnudos y sin más testigos que nosotros mismos y Dios como “Misericordioso Juez” ¡Exclamaremos!: “A quién iremos, si sólo tú tienes palabras de vida eterna…” Pregunta y respuesta a la vez. “…y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn.8:32). Ya en el camino vamos a encontrar, aun en la iglesia misma, un entorno de nuevas circunstancias que incluyen cambios radicales en cuanto a nuestra relación con personas. Sí, “gente” que igualmente que nosotros, está oprimida como resultado de vivir y funcionar para el mundo, sus leyes y esclavitudes ¿pero, dentro de la iglesia…? Amén -dentro de la iglesia-. Quizás no entiendas por qué alguno o muchos no han cambiado conforme a lo que estamos aprendiendo, según la nueva vida en Cristo y la incomprensión de lo que es realmente un proceso. Pero, tal vez viéndote a ti mismo, que tampoco has cambiado como deberías, puedas considerar que también eres débil y que -tienes mucho que cambiar- respecto al patrón ideal. Vendrán otras pruebas como las enfermedades, incomprensión, escasez, contrariedades, exhortaciones, amonestaciones, fracasos, golpes, duelo, incertidumbre, angustia, desprecio. ¡No entiendo…! Me voy del camino, tengo más problemas que antes, nadie cambia. ¡Cambia tú…! Y ubícate dentro de este nuevo régimen de eternidad, considerando que: “…separados de mí nada podéis hacer” (Jn.15:5). Sabiendo que somos vasos de barro y que: “…estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Co.4:8-10). El problema es que para perseverar primero tendré que entender, y entender en el mejor sentido de la palabra es actuar, pero ese actuar es de continua aceptación de retos nuevos y nuestras experiencias en este contexto son eminentemente espirituales y sólo Dios con su Espíritu nos ubicará dentro de este nuevo rango de esperanza, fe y amor. El amor de Dios o “Agape” no es propio del hombre, pero él siendo amor nos ministra de esta nueva virtud para que por éste, seamos trasladados a nuevas esferas de entendimiento y como consecuencia, darnos la fortaleza y el ánimo pronto y de continuo, para perseverar en alcanzar al final del túnel de la vida en esperanza un resplandor de luz, el cual nos dará la visión completa de la eternidad en donde podremos comprender lo que hasta hoy es nebuloso y que por fe debemos de creerlo, porque esta es la única alternativa revelada por nuestro mismo Dios para salvación.

Amado hermano, no es de discursos ni religiones, no es de torpes excusas de cobardes carnales, tampoco la abundancia de obras muertas o de cultos sin entendimiento, ni el auxilio de filosofías ni prácticas esotéricas, etc. Es de tomar el arado y de no mirar hacia atrás y olvidándolo todo, perseverar y perseverar bajo el entendido que: “…el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt.24:13). Y: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mt.11:12). Soporta todas las circunstancias, acepta a todas las personas, por difíciles que sean, sé feliz con lo que tienes, sigue adelante, todo esto es perseverancia y humildad.  Así sea. Amén y amén.