La utopía de la Libertad

18 enero, 2015

¿Hombres esclavos de hombres?

Al observar la conducta del ser humano, se ve que éste hace muchas cosas, producto del pensamiento, intelecto y voluntad -de otras personas-. El hombre actúa sin darse cuenta, sin razonar. Así se le ha enseñado a vivir y en eso, halla que la libertad que pretende tener en este mundo, no es más que una utopía (régimen ideal de justicia y verdad) o sueño inalcanzable; y no estamos en contra de las reglas sociales al contrario, a favor, para una buena convivencia. Sin embargo, veamos cómo el hombre tratará siempre de imponer su propio criterio a los demás hombres, así:

Políticamente: Es una de tantas imposiciones que quienes son los dominantes establecen para ligar a los hombres a sus corrientes ideológicas, idealizando aun la democracia, la cual fue creada por algunos hombres para imponer sutilmente su dominio con engaño y falaces ideales, y luego subyugar bajo una “libertad de elegir”, obligando siempre a seguir una corriente.

Comercial o industrialmente: Los patronos esclavizan con sus ideas y pensamientos sirviendo a intereses personales; y en afanes y avaricias, sin importar sentimientos ni intereses humanos -el hombre esclaviza al hombre-.

Educacionalmente: A alguien se le ha ocurrido enseñar lo que para él es lo mejor, aunque para otros no sirva de nada. Todo esto es parte de la “sabiduría humana”.

Socialmente: Vemos cómo todo ser humano se postra ante las modas, placeres, pecado y todo lo que este mundo ofrece, pagando cualquier precio y entregando aún su vida con el propósito de alcanzar y alcanzar. Desde la aceptación social hasta extravagancias y excentricismos sin límite.

Económicamente: El mundo cada vez se hunde en fangos esclavizantes de un consumismo sin precedente, el cual tiene un incalculable auge; más necesidades creadas, más fantasías y vanidades, compramos lo que no necesitamos, sólo porque alguien lo usa o está en “oferta”, creando guerras de materialismo irreversibles, esto no es libertad -es esclavitud-.

Religión: Son también los grupos religiosos antes que nada, esclavizantes de la conciencia, que imponiendo ideas “divinas” han dejado a las personas sin buscar al verdadero Dios. Las religiones asustan a los hombres y si esto fracasa, les ofrecen a un dios Santa Claus y con eso también crean cárceles y esclavitud sin barrotes. Dios no es el pensamiento de los teólogos, ni las conclusiones que ellos han sacado de la Biblia, porque todo esto está bañado de las ideas humanas. “Dios está en la necesidad del hombre de ser verdaderamente libre”. En su voluntad está clamarle, pedirle, adorarle. Esta es su libertad y nadie ni nada puede obligarle a ello, pues estas cosas nacen del corazón, natural y espontáneamente.

 

¿Qué es entonces libertad? 

El conocimiento de la verdad y la verdad absoluta, únicamente está en el Dios omnipotente, creador de todo lo existente, siendo el único que merece toda gloria, honra y alabanza, el único confiable: “…antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso…” (Ro.3:4). Partiendo de este principio podemos concebir que la libertad o la esclavitud, son un -fenómeno espiritual- y como tal, tiene sus principios basados no en la mente humana, ni bajo razonamientos de una lógica cualquiera, “Dios es espíritu” y para gozar de la plena libertad, tendremos que ser espirituales. Al hablar del Espíritu entendemos que éste, está fuera del alcance de todo intelecto y para ello se necesita estar cerca, muy cerca de Dios y ese privilegio, no está más que en la potestad del altísimo, alternando en una amistad estrecha y una comunicación intima: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Am.3:7). La libertad es producto además del amor, ya que en este sublime sentimiento, hubo un Moisés que podría interpretarse en una actitud casi insolente o impositiva: “Y Moisés respondió: si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí (Ex.33:15). O el atrevimiento en libertad cuando Gedeón pareciera que casi exige a Dios las señales de los vellones y muestra resistencia al responder al ángel de Jehová: “Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado…” (Jue.6:13). Un Jonás, que en gran amistad y libertad le manifiesta su enojo y desacuerdo, y Dios le pregunta a Jonás que si estaba enojado y él responde: “Mucho me enojo, hasta la muerte” (Jon.4:9). Y en esa libertad le pide a Dios aún, le quite la vida. Los amigos de Dios tendremos entonces, el gran privilegio de manifestar a nuestro amigo, nuestros más sinceros sentimientos, proyectos, ideas; y Dios también en su libertad, sabrá corregir lo malo que cada quien debemos de entender. La libertad es, entonces, una dote divina, es la plena confianza en la cual no hay dudas ni temor: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor hecha fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo» (1 Jn.4:18). Y dice también: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (He.4:16). Concluimos, entonces, que sólo en el secreto y el regazo de nuestro Dios, alcanzaremos el entendimiento y el espíritu de lo que es la verdadera libertad. Quiera Dios, así también hacernos mantener fieles hasta el final de nuestros días. Así sea, amén y amén.