El Primer Filósofo Fue Satanás

13 mayo, 2025

Creo que uno de los más impactantes estímulos a la mente humana, es el activar el intelecto, mediante la percepción de lo que oímos. El estímulo al razonamiento es uno de los más grandes retos y logros para: “el Homo sapiens”, quien creyendo lo que oye, es llevado a crear dentro de sí mismo, verdaderas fantasías mediante la premisa satánica: “tú puedes ser como Dios”. Edificando su propio e inconsistente mundo, alrededor del cual involucran todo lo creado por Dios, para suplantar mediante argumentos falaces, la verdad absoluta, contenida implícitamente en el Eterno.

Por supuesto, esto no nació con Adán, pues mediante el conocimiento y revelación de las Escrituras, los profetas nos evidencian sobre cómo aquel «querubín, el Lucero, hijo de la mañana» a causa de su maldad y la multitud de sus contrataciones, contaminó su mente, entrando en avaricia, falsedad y ambiciones desmedidas de gloria y poder. En su soberbia se equiparó a Dios y «filosofándose a sí mismo» declaró: “…Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Is. 14:13-14).

De allí en adelante, este es el más grande argumento filosófico primitivo, el cual enseñó y ministró a la tercera parte de los ángeles, que no guardaron su dignidad y fueron echados a los abismos. Entonces: Satanás y sus demonios, mediante estos nuevos conceptos filosóficos, conforman su propia o íntima naturaleza, la cual nadie puede cambiar. Luego de todo este proceso en las esferas celestiales, Dios creó sobre la tierra al hombre, en amor y pureza; pero con la opción maravillosa del libre albedrío.

Aquí vemos a un Dios creador de todo lo existente, quien, sin mayores argumentos emitidos mediante el razonamiento, entrega al hombre maravillosas obras, vistas en amor y confianza, siendo que todo era de él, porque él lo hizo. Adán recibe en sus manos toda una creación que hablaba por sí misma de la grandeza y el poder del “Elohim”. No se necesitan palabras, filosofías, argumentos, sólo era de recibir, admirar, valorar y agradecer por todo lo creado y entregado. Para amar y postrarse ante aquel que lo entregó todo, leamos: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Ro. 1:20).

Esto se resume así: en Dios hay más obras que palabras y argumentos. El hombre al oír «al primer filósofo» fue fascinado y seducido a causa del poder convincente de su grande elocuencia. Triste y lamentable, porque Satanás nunca pudo presentar más que palabras y ni una sola obra propia; porque él no tiene la facultad de crear. Más bien es un perfecto imitador, que toma de lo creado y se muestra como el artista original. Leamos: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co. 11:3).

Bajo estos principios, es más que claro que el primer filósofo de nuestro universo conocido es el diablo (del griego diábolos. Acusador, calumniador o difamador). Leamos sus argumentos filosóficos: “… ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis…?” (Gn. 3:1). Esto es muy claro: el maligno emplea un argumento filosófico que genera duda respecto a la dignidad de Dios. Luego le dijo a la mujer, quien representaba la parte vulnerable de Adán: “…No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios…” (Vs. 4-5).

El argumento satánico escondido aquí es: «1). ¡Dios es mentiroso! 2). Te quiere mantener sujeto en ignorancia. 3). Dios te amenaza de que morirás. 4). Tu inteligencia es grandiosa. 5). Dios tiene miedo de que con tu sabiduría le superes. 6). Él es egoísta. 7). Sé libre por ti mismo, usa tu talento». En todo esto no hay ninguna obra concreta ni demostrable, sólo diálogo, palabras, argumentos. ¿Acaso Satanás le dio algún beneficio palpable al hombre? No. Pero Dios sí.

Esto es el argumento de la mal llamada ciencia del bien y del mal. De un conocimiento teórico incompleto y variable de todas las cosas. En esto se fundamentan todas las ciencias: políticas, religiosas, literarias, psicológicas, sociológicas, económicas, aun las llamadas exactas, como la física, química, biológica, astronomía etc. Todas se basan en filosofías, premisas, hipótesis, metodologías, llegando a grandes conclusiones que luego replantean, votando todo lo anterior, aunque haya ganado un premio Nobel. Aquellos grandes de la ciencia, como Galileo, Newton y Einstein, dicen: «Todo es relativo, nada es absoluto». Pero para nosotros, Dios sí es absoluto.

En contraposición a la filosofía, nos encontramos con la sublime gracia del Dios Eterno, quien siempre ha mostrado sus obras por delante, que son la representación más elocuente de su poder y grandeza. Leamos: “Yo hablo lo que he VISTO (obras) cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis OÍDO (filosofías) cerca de vuestro padre” (Jn. 8:38). Además: “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo (obras)(Jn. 5:17). Jesús sanaba enfermos y por eso lo perseguían.

Amados hermanos, son miles los hombres filósofos y hasta verdaderos padres de la filosofía antigua como: Sócrates, Platón, Aristóteles, Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, Pitágoras, etc. Allí están sus escritos, desde los más admirados, hasta los más absurdos; trasladados a la filosofía y a la ciencia moderna. Pero ninguno de ellos hizo milagros ni sanidades a enfermos; ninguno resucitó a algún muerto; ninguno murió por algún pecador; ninguno cambió la estructura histórica de un antes y después de Cristo.

Y por supuesto, todos los filósofos están muertos. En su mayoría, sin saber en dónde. Pero nuestro Señor Jesucristo luego de morir, al tercer día resucitó y está sentado hoy a la diestra del Padre, trabajando e intercediendo por nuestras almas. Aleluya. Cristo vive y por cuanto él vive, nosotros también viviremos por él y para él. Amén.