El Escudriñamiento, Un Don Divino

29 abril, 2025

“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre” (1 Cr. 28:9). Esta es la recomendación de un hombre de Dios para su hijo, llevándole a la conciencia y reflexión, de que el Señor conoce y entiende todas las intenciones y motivaciones en el desarrollo de nuestra vida.

David, el hombre de Dios de quien estamos hablando, era un pequeño y sencillo pastor de ovejas, que llegó a convertirse en un gran líder y en el rey de Israel. Y en cuanto a su llamamiento y elección dice la palabra: “…Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón (…) por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” (1 S. 13:14). Dios, siendo tan grande, se toma el cuidado de examinar e inquirir cuidadosamente (escudriñar), el corazón de los hombres.

Dios, por medio de su Santo Espíritu, tiene la capacidad de discernir, descubrir y revelar todo lo que hay en la mente y en los pensamientos del ser humano; y aun lo que hay en lo más profundo de su corazón. Esto lo llegó a comprender muy bien David, por eso expresa en la palabra: “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” (Sal. 139:1-4).

Ante esta evidencia tan grande de los atributos divinos del Señor, podemos comprender que Dios conoce bien al hombre, porque él es su creador. Y, además, conoce la incapacidad del hombre ante el dominio del pecado; y el engaño del maligno que lleva al hombre a afanarse por buscar lo material, olvidando que lo más importante es lo eterno. Por eso Jesús nos dice: “…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mt. 16:24-25).

En ese sentimiento de búsqueda de lo verdadero, surge la iglesia con un pequeño grupo de jóvenes. Creciendo en el conocimiento y entendimiento de la palabra, por medio de las oraciones que se hacían antes de los servicios. Y extendiendo el mensaje del evangelio al interior del país, a los países vecinos, llegando a diferentes lugares de Estados Unidos, en donde se identifican hermanos con la palabra de Dios. Súmese a lo anterior, miles de familias que escuchan el consejo de la palabra, interesados por la fe, el amor y la esperanza del Espíritu Santo. Sabiendo que: “La luz del Señor penetra el espíritu humano y pone al descubierto cada intención oculta” (Pr. 20:27 NTV).

Ahora todos aquellos que tenemos la oportunidad de ser parte del pueblo de Dios, necesitamos poner cuidado y diligencia en nuestra búsqueda del reino. Leamos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí…” (Jn. 5:39). Es parte de nuestra labor, inquirir e indagar en las Sagradas Escrituras, para encontrar la voluntad de Dios, agradable y perfecta para nuestras vidas. Así como las armas espirituales para vencer a este mundo junto a sus deseos y a las vanas glorias.

Pablo y Silas fueron enviados a testificar a Berea. Y habiendo llegado ellos a la sinagoga de los judíos, sucedía algo interesante, leamos: “Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres” (Hch. 17:11-12). Esto es un ejemplo para algunos grupos que no tienen crecimiento por los afanes o por no escudriñar la palabra en casa.

No olvidemos que los frutos hacen evidente la conducta y los valores que hay dentro de nosotros. Por ello, el trabajo espiritual en nuestras vidas, es para llevarnos a servir a Dios, leamos: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Jn. 12:26). Esta labor inicia en casa, con los padres, conversando con los hijos e instruyendo en la sana doctrina. Sumado a esto, es importante el compartir las experiencias que nos llevan a dar los pasos de obediencia y fe hacia Dios, leamos: “…De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3:5).

El poder de la palabra que oímos y entendemos, nos ayuda a tener templanza en los momentos de crisis. Porque la palabra nos dice que: si amamos a Dios, todas las cosas nos ayudan a bien. No estamos solos, el Espíritu del Señor está con nosotros. Y cuando experimentamos esa confianza en nuestro corazón, podremos entender lo siguiente: “Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente” (1 Cr. 29:17).

No te olvides que Jehová escudriña la mente y prueba el corazón, para dar a cada uno según su camino, y según el fruto de sus obras. Que Dios les bendiga. Amén.