Caminando Sin Perder La Visión

10 junio, 2025

Creo que uno de los más grandes conflictos y luchas en la mente, es el no tener clara nuestra misión ni visión al respecto de «la meta de nuestra existencia sobre este mundo». Y se nos ha planteado como único objetivo: disfrutar, acumular, proveer para sí, vivir por vivir, etc. Esto, bajo un principio eminentemente material, humano y existencialista. Toda posibilidad ajena a esta idea es una verdadera utopía. Aunque tal vez hay pensamientos o filosofías místicas que albergan una esperanza de algo más allá.

Pero siempre estarán basadas en aspectos de un materialismo adaptado, híbrido y retorcido. Como las antiguas civilizaciones desde Mesopotamia, con los sumerios 3,200 años A.C., pasando por los egipcios y babilonios, China, India, hasta los mayas, tribus americanas, etc. Los conceptos espirituales o relacionados con la eternidad siempre estuvieron ligados a lo tangible, en una corta visión. Tal es el ejemplo, que en todas las tumbas y rituales post mortem, la regla era hacer acompañar a los difuntos con sus galas, sus joyas, instrumentos de labranza o de guerra. Para que “en la otra vida” o “en la eternidad”, siguieran laborando, peleando o reinando. En algunos casos, hasta dejaban viandas en las cámaras mortuorias.

Parece absurdo, pero es una realidad científica mediante la arqueología e históricamente comprobable. Ese es el enfoque de los fenómenos espiritualistas, hasta míticos, sin ninguna base o fundamento real. Siendo sólo razonamientos ilusorios evocados por el mismo Satán y sus demonios. Aceptados por los insulsos, los cuales reciben un dominio total del sistema en las diferentes sociedades y culturas. Constituyéndose todo esto en bases y raíces ancestrales para mantener dominio y control sobre la humanidad entera. Leamos: “…y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19).

Cada ser humano deberá de entender individualmente cuál es la meta en   su corta vida. Y mantener una firme perseverancia acerca de qué es lo que realmente vamos buscando. Hay múltiples misiones. Pero una es la meta al final de nuestra carrera, la cual no se establece por la justicia en base a una ley ni por esfuerzo personal, sino por la fe que es en Cristo, “la justicia que es de Dios por la fe”.

Leamos: “…y ser hallado en él (…) a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte (…) No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, «PROSIGO A LA META», al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos…” (Fil. 3:9-15).

Dios en su infinito amor, paciencia, benignidad, longanimidad e infinita misericordia nos envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Pero antes estableció una guía de vida, mediante su perfecto actuar personal como testimonio en este mundo. Mostrándose como el único camino al Padre. Leamos: “…Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre (la meta), sino por mí” (Jn. 14:6). Y la demanda para todo aquel que cree en él será: “…que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (esta es la meta previa) …” (Ef. 4:13).

Sin embargo, aunque parezca un imposible, Cristo nos deja al Espíritu Santo, quien nos guía a toda la verdad. Además, para el apoyo y desarrollo mutuo de su iglesia, bajo una estructura de cinco ministerios, constituyó: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, para la asistencia y cuidado continuo de la grey, hasta que él venga.

El plan de apoyo divino para sus escogidos es perfecto. Sin embargo, estamos dentro de este mundo, que temporalmente está bajo el dominio del mal. Y esto, con fines formativos de las almas, mediante las pruebas y las agresiones satánicas. Para que después de vencer el pecado y la muerte mediante Jesucristo, siendo transformados a la imagen plasmada originalmente en el primer Adán, nuestra vida en él sea proyectada para la eternidad en su gloria.

En esa sabiduría estratégica de un Dios soberano y eterno, sin duda cada quien encontraremos distractores en el camino, los cuales aparentemente inofensivos, nos orillan del camino y nos hacen perder la misión y la visión de lo eterno. Estos distractores, disfrazados de éxito, glorias humanas, placeres inimaginables, ciencia y conocimiento de este mundo, son materializados en un apuesto hombre, una bella mujer, una riqueza fácil, un bien material, fama, éxito, etc. Lamentable pero real.

Mi querido hermano, la vida nos presenta multitud de distractores, los cuales nos hacen perder la visión de la verdadera meta, que no es material ni de esta tierra. Vivimos en este mundo de fantasías e ilusiones cada vez más aberrantes, alienantes y esclavizantes, que pretenden absorber toda nuestra percepción del medio. Combinando lo material con lo subjetivo de las emociones y pasiones; penetrando al subconsciente; aboliendo el razonamiento y el sentido común. Llegando al alma, matándola y condenándola.

Utilizando para ello la música, el cine, el teatro, la ciencia humana, las drogas y el alcohol. Y actualmente, todos los sistemas virtuales mediante internet, redes sociales, plataformas, marketing, pornografía, bestialismo, satanismo, libertad de género, cosas que han invadido implacablemente a la humanidad entera. Sin Cristo como Salvador y sin el Espíritu Santo como asistente directo que activa la conciencia, es imposible vencer.

Pero Cristo venció y nosotros también en él somos más que vencedores. Aniquilemos del todo los distractores en el camino y salgamos juntos a la sobriedad espiritual para ver clara nuestra meta. Así sea. Amén y Amén.