Amando A Dios, Todo Ayuda A Bien

5 agosto, 2025

El Señor Jesucristo nos dice en su palabra: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Nuestra estancia sobre esta tierra, nos lleva a desarrollarnos en las distintas etapas y diferentes áreas (familiares, educativas, laborales, etc.), de la vida. En cada una de ellas, encontraremos retos, obstáculos, dificultades y aun temores, que nos hacen pensar muchas cosas, generalmente negativas.

Es por eso que el Señor nos ha dejado preciosas promesas y sobre todo, la seguridad de saber que podemos confiar en que sus planes y propósitos son buenos para aquellos que le amamos. La vida de un hijo de Dios, será una oportunidad para dejar evidencia y manifestación del poder del Señor. Por eso, es importante que nuestra fe y confianza, estén cimentadas en lo verdadero. Leamos: “…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (He. 12:2).

Hay un ejemplo muy interesante en la palabra. Después de haber soportado la pérdida de todos sus bienes, la pérdida de todos sus hijos, enfermedades, dolores, sufrimientos, y ataques de su mujer y sus amigos, Job da una respuesta categórica y de mucha esperanza, aun en medio de la prueba, diciendo: “Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios…” (Job 19:25-26).

Job sabía que su Redentor estaba vivo y que vendría la respuesta y la ayuda para su vida. Pero debemos tomar en cuenta que el enemigo de nuestra alma busca robar, matar y destruir, lo que Dios ha puesto en cada uno de nosotros. Y pareciera, como que las aflicciones son más grandes de lo que podemos soportar o resistir. Pero no olvidemos la promesa del Señor: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jer. 29:11).

Como iglesia, hemos atravesado diferentes etapas, en donde también llega la prueba. Pero hemos visto la mano del Señor obrando grandemente en medio de nosotros. Recientemente tuvimos un día de muchas actividades especiales, que son el resultado de la conciencia y el entendimiento que el Señor pone en el corazón de su pueblo. Tuvimos la oportunidad de presenciar el compromiso de varios padres de familia para cuidar y guiar a sus hijos en el temor de Dios.

También participamos del bautismo de catorce hermanos, siendo el noventa por ciento jóvenes, varones y mujeres, entregando su vida al Señor. Pidiendo perdón por sus faltas, anhelando una limpia conciencia y con el deseo de servir en la obra de Dios, siguiendo e imitando el ejemplo de los padres de algunos de ellos. Este paso de obediencia, representa una victoria en la juventud, pues sólo Dios puede volver el corazón hacia él, dejando atrás la rebeldía y el deseo hacia el mundo y sus ofrecimientos.

Por la tarde, la mayoría de hermanos llevaron la palabra de Dios a muchos hogares en el evangelismo, sembrando la semilla y esperando que Dios haga la obra en su tiempo. El Consejo Pastoral visitó la iglesia de Palencia, con la bendición de incorporar más autoridades en el ministerio, para trabajar como pastores y diáconos, y así seguir atendiendo las necesidades de nuestros hermanos.

En medio de todas estas circunstancias, debemos recordar nuestro trabajo acerca del cuidado y la enseñanza en casa, sobre la sana doctrina, para que podamos amar y servir a Dios. Entendiendo la importancia de tener una base espiritual sólida, para desarrollar nuestra vida y todo aquello que gire en torno a ella, leamos: “…edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo…” (Ef. 2:20).

Este tema nos hace recordar los inicios de la iglesia en Palencia, cuando se hizo la primera reunión, predicando en el parque frente a la iglesia católica. De repente, empezaron a tocar las campanas para anunciar “el peligro” de oír la palabra de Dios que se compartía. Y se oyó la amenaza para impedir la prédica. Pero en medio de esa lucha, Dios tocó la vida de un invitado, quien exclamó: ¡Yo acepto a Cristo! Y, además, el Señor guardó a su pueblo del espíritu de violencia que se estaba manifestando en aquel lugar.

Actualmente, contamos con el Aprisco como sede para nuestras múltiples reuniones y actividades. Pero la compra de este lugar, se concretó después de un accidente, en donde íbamos a conocer las condiciones de la finca. Viajando, fuimos embestidos por un vehículo que nos chocó, provocando que volcáramos. Una persona que presenció el accidente, al ver que estábamos vivos, exclamó: ¡Un milagro! Y, nuevamente, los planes de Dios fueron para bien y para obtener bendición.

Todas las cosas están bajo los pies del Señor. Quiere decir que él es el dueño de todo. Y que ante Dios, se someten todas las cosas: las circunstancias, los tiempos, el pasado, el presente, el futuro, todo. El Señor puede soplar y dar vida al hombre. Puede calmar una tormenta con una palabra de su boca. Por él subsisten todas las cosas hasta hoy. En conclusión, todo le obedece. Y si amamos a Dios con toda nuestra alma, mente, fuerzas y corazón, todas las cosas que vivamos, obrarán para nuestro bien. Estarán en favor nuestro.

Así que amemos a Dios y confiemos en su palabra que nos dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro. 8:28). Señor, ayúdanos a entender tus propósitos y a esperar con fe, porque tú eres nuestro Dios. Que el Señor les bendiga. Amén.