Hace muchos años, la iglesia Avivando La Fe inició una labor misionera en el departamento del Petén. En donde hubo trabajo, visitas, inversión de recursos, como tiempo y dinero, para abrir un proyecto en este lugar, pero sin llegar a obtener frutos inmediatos. Con el paso del tiempo hemos visto la gracia de Dios. En primer lugar, la aparición de tres personas conocidas, viviendo en ese lugar a una gran distancia de la capital. Dios envió a David, un joven que en su adolescencia conoció la iglesia y que por razones familiares se trasladó con su madre al Petén.
Algunos hermanos de Puerto Barrios, teniendo contactos en esa área, mantenían la esperanza de que se iniciara una obra en aquel lugar. Buscando personas con el deseo de recibir la palabra que Dios nos ha dado. El diaconado comenzó a tener comunicación con varios hermanos y se logró coordinar una visita pastoral, en conjunto con los hermanos de Puerto Barrios. En esa oportunidad tuvimos la asistencia de diez a doce personas.
A raíz de esa visita, el diaconado se organizó en algunos grupos para empezar a visitar ese lugar cada quince días. Como resultado de las visitas y las enseñanzas, varias parejas empezaron a ordenar sus vidas y a legalizar sus matrimonios. Pidieron ser bautizados, e iniciaron en la casa del hermano Noé, varias reuniones incluyendo algunas visitas pastorales.
Movidos por Dios, a los cuatro grupos que estaban trabajando se incorporaron algunos pastores de las iglesias de Masagua, Mazatenango y de La Máquina. En vista de la formalidad del grupo, fueron llamados para funcionar en dicha región, el hermano Víctor, el hermano Noé y el hermano David. El grupo ha crecido y el Señor proveyó el terreno donde actualmente se hacen las reuniones.
Hace unos meses se realizó una visita pastoral, con la cooperación de los grupos de asistencia y la presencia de la iglesia de Puerto Barrios, que llevó a su coro y el equipo de sonido. Por la importancia del evento, solicitaron un permiso a la municipalidad de La Libertad, para que la actividad se realizara en las instalaciones del parque. A estas reuniones han asistido el hermano Saúl Cea y el hermano Edwin Arévalo. En esa oportunidad se planificó la llegada de hermano Mario Tayún, quien fue acompañado por el hermano Álvaro Chanchavac y un grupo de hermanos colaboradores.
En esa visita se reunieron cuarenta personas. Se atendió a una persona que tenía un pie con una perforación. Esta herida requería de atención médica en el hospital, por la gravedad que presentaba. La persona explicó que, por la oración de los hermanos, él sintió que Dios hizo el milagro y expresó su gratitud a nuestro Dios por el milagro recibido. ¡A Dios sea la gloria!
Otro testimonio es el de una hermana que estuvo sirviendo y preparando los alimentos. Ella comentaba que, viviendo en Estados Unidos, un compañero le contó de la palabra. Al regresar al Petén, escuchó la palabra y fue movida con su esposo para ordenar su vida y se casaron. ¡Gloria a Dios! Damos gracias al Señor por lo que está sucediendo en el Petén. Por la coordinación de los grupos que en unidad trabajan para visitar ese lugar. Y por las recientes visitas que se están realizando a Belice, debido a la necesidad de la palabra que se está despertando en ese país.
Deseamos que la unidad y el Espíritu de Dios se mantenga. Y recordamos las palabras del Señor al final de los tiempos, cuando dice: “Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis” (Mt. 25:42-43). Además, el Señor conoce nuestras obras y también la palabra nos habla diciendo: “…pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios” (Ec. 11:9).
Las noticias en el mundo son alarmantes. Pero en la palabra ya estaba escrito, leamos: “Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mt. 24:4-8). Nuestro trabajo es llevar las buenas nuevas del reino.
La predica o la enseñanza, no son sólo en la reunión de la congregación. Dios nos dice: “Instruye al niño en su camino…”. Leyendo este proverbio, podemos recordar a Timoteo, quien no tenía a su padre. Pero fue instruido por su madre y por su abuela. Por ello la palabra dice que la esposa deber ser ayuda idónea.
La palabra de Dios nos lleva a reflexionar en nuestra condición, leamos: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí (…) porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Jn. 15:4-6).
Si en ti y en la congregación se ven los frutos, será el resultado de la obra del Señor. Porque este milagro de la obra de Dios nos lleva a buscar nacer de nuevo para entender y permanecer en la palabra. Que Dios les bendiga. Amén.