¿Te deleitas con las escrituras?

17 mayo, 2015

Estando en los fines de los siglos o en los tiempos postreros, necesitamos protección y salvación:   Yeshúa es la ayuda o nuestra salvación.  Un ángel del Señor le dijo a José por medio de un sueño: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21). Pecado, es oponerse a Dios y su buena voluntad.

Dios nos muestra su salvación para Israel que salió de la esclavitud en Egipto: “…y todos pasaron el mar (…) y todos bebieron la misma bebida espiritual… y  la roca era Cristo.  Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.  Mas estas cosas sucedieron como ejemplo  para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos…  Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito:   Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos… Ni tentemos al Señor… Ni murmuremos… como ejemplo (…) para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1Co. 10: 1-11). 

Para nuestro conocimiento y enseñanza, en la carta a Timoteo dice: “…en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2Ti. 3:1-5).   ¿Cómo evitar la contaminación del mundo, donde tenemos que hacer la obra del señor? David nos escribe:   “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;  Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley  medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto… Y todo lo que hace, prosperará” (Sal. 1: 1-3).

En cuanto a la importancia de platicar en familia y estudiar la palabra, Jesús nos declara: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? (…) He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (Mr. 3: 33-35). ¿Y cómo conocemos la voluntad de Dios? “…que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios… No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro. 12: 1-2).

Pablo, nos indica que Timoteo tuvo como madre a una judía convertida, casada con un gentil, hija de Loida, quienes educaron a Timoteo, de quien Pablo decía: “Timoteo, verdadero hijo en la fe…” (1Ti. 1:2).   Aquí vemos la obra de Dios cuando se enseña la escritura al niño y al joven en casa. El nombre Timoteo, declara el temor a Dios. Por eso encontramos que Pablo sabe que lo buscó como compañero para fundar iglesias y cuando fue a Jerusalén, fue coautor de dos cartas y fue enviado a Tesalónica para confirmar a los creyentes y  dice la palabra: “Pero persiste tú en lo que has aprendido (Timoteo) y te persuadiste… y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús(2 Ti. 3:14-15).

Gracias a Dios por esta palabra que nos ayuda a conocer que podemos vencer al mundo; y si hemos oído y creído, vamos a vencer con la presencia del Espíritu Santo que él nos ofrece.

Veamos lo que el apóstol Pablo escribe a la iglesia: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien (prosperando, dando fruto), y seas de larga vida sobre la tierra”  (Ef. 6:1-3).  Que Dios nos ayude  a vivir su palabra para agradarle y hacer buenas obras.  Amén.