Valoremos La Misericordia De Dios

19 septiembre, 2023

Valoremos la misericordia de Dios” 

En la Biblia se destaca la misericordia de Dios como una disposición suya que beneficia al hombre pecador. Somos salvos por la misericordia y la gracia de Dios, leamos: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó (…) nos dio vida juntamente con Cristo…” (Ef. 2:4-5). Y también dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo…” (Tit. 3:4-5).

El apóstol Pablo nos recomienda valorar la misericordia del Señor, buscando el ser guiados por el Espíritu, para que no estemos bajo la ley y podamos tener control sobre las obras de la carne. Para ello necesitamos la llenura del Espíritu, la cual tiene evidencias o frutos, leamos: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gá. 5:22-23). Esto nos recuerda que el Señor Jesucristo dijo: “Sin mí nada podéis hacer”, refiriéndose a la necesidad del bautismo en agua y del Espíritu, para amar a Dios y al prójimo, así como él nos amó y murió, pero resucitó.

La misericordia de Dios nos motiva a reflexionar y estudiar en casa, en familia, sobre la importancia del proceso para pelear y vencer al mundo y a los deseos de la carne. Esto será de mucha bendición para los jóvenes, al conocer la experiencia de los adultos que están sirviendo y creciendo en la fe, el amor y la esperanza. En toda carrera se requiere de preparación, esfuerzo y lucha para alcanzar la meta. Y las Sagradas Escrituras nos muestran el camino, por ello debemos escudriñarlas, para poder llegar a la vida eterna. 

El Señor Jesús fue tentado por un intérprete de la ley al preguntarle: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mt. 22:36-40). La misericordia del Señor se manifiesta para el hombre, pero no todos pueden entenderla, aprovecharla o valorarla.

El pecado que se da en el mundo, divide y separa al hombre de Dios, pero el Señor nos otorga su misericordia para que valoremos su amor. Por eso Salomón nos dice: “Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ec. 12:12-14).

El Señor a su pueblo dice: “…ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (…) Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia” (Ro. 8:1 y 9-10). La misericordia nos permite tener una nueva forma de vida, en donde podemos agradar a Cristo y ponernos al servicio de la obra del reino de los cielos.

 La palabra advierte sobre el juicio, al final, que se determinará por el amor a Dios y al prójimo. En donde Dios premiará a los que siguieron la pie- dad e hicieron misericordia para ayudar al necesitado, leamos: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino pre- parado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí (…) Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt. 25:34-40).

Y para aquellos que no aprovecharon esas oportunidades de servir, ayudar y de hacer uso de misericordia a los necesitados, también recibirán el pago de su indolencia, leamos: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (…) Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Vs. 41-46).

Dentro de esa bondad de Dios, hoy tenemos una oportunidad más de ser llamados a valorar y entender la misericordia, por medio del sacrificio del Señor Jesucristo por nosotros. Permanezcamos en esa bondad, pues el que valora la misericordia, oye y obedece con amor. Que Dios les bendiga. Amén.