“Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente” (Ro. 9:25-26). El gran proyecto divino es la formación de un hombre que tenga las cualidades de Dios, así como las tuvo Jesucristo. Siendo él, el modelo perfecto, creado por Dios. Probó hacerlo con Israel, pero Israel falló. No falló Dios, sino que Israel menospreció las ordenanzas de Dios.
El plan de Dios es perfecto. El problema es que Dios no puede manipular el corazón del hombre (su libre albedrío), sino que Dios apela a la personal voluntad humana. De lo contrario, el hombre sería una simple marioneta que se mueve sin sentimiento propio. En la dispensación de la gracia, Dios decide hacer su labor salvífica utilizando un elemento que no aplicó en la dispensación de la ley. Y es enviar a su amado y único Hijo como modelo perfecto de su proyecto. Y por medio de su sacrificio propició la limpieza del pecado, el perdón, la libertad de la esclavitud, la vida eterna, la restauración de la unidad entre Dios y los hombres, la presencia en nosotros del Espíritu Santo de Dios, el cual nos guía a toda verdad, etc.
Leamos: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz (…) porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (…) edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (…) juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Ef. 2:14-22).
El plan de Dios, insisto, es perfecto. Pero me pregunto: ¿Qué fue lo que falló en Israel (dispensación de la ley)? Sencillamente fue el menosprecio que tuvo en cuanto a la obediencia merecida a la ley y mandamientos de Dios. Lo que equivale a decir: restarle valor o tener en menos estima lo que merece la palabra de Dios. Cristo dio una enseñanza respecto a esto, leamos: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” (Mt. 21:43). Y a raíz de esta afirmación, hay una parábola que el Señor Jesús le dijo a sus discípulos, la cual ilustra de una buena forma este tema. Está en Mateo 22:1-14 y se le conoce como: “Parábola de la fiesta de bodas”.
Y el contenido parafraseado de la parábola es así: Versos 2-6: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos «profetas, jueces, patriarcas», a invitar a los convidados «Israel», pero estos no quisieron ir. El rey, en su amor y paciencia volvió a enviar otros siervos, diciéndoles que ya todo estaba preparado: la mejor comida, los adornos, las mesas, etc., y les rogó que llegasen. Pero ellos no hicieron caso, sino actuaron con soberbia y menosprecio, ignorando la invitación del rey. Dando más importancia a sus trabajos y a sus negocios. Y otros, tomaron a los siervos del rey, los humillaron y los mataron.
Verso 7: El rey se enojó mucho al ver cómo habían sido tratados sus siervos y mandó a destruir a los homicidas y a quemar su ciudad (invasión de Tito a Jerusalén, año 70 D.C.). Versos 8 al 10: El rey estaba resuelto a realizar las bodas y mandó a sus siervos «Jesucristo, sus apóstoles y discípulos» por todos los caminos del mundo a llamar a participar de las bodas. Y salieron y juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos. Y las bodas fueron llenas de convidados «la iglesia de Cristo Jesús».
Versos 11-12: Y entró el rey para ver a la iglesia «los convidados» y vio a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Él enmudeció (no pudo justificar su hipocresía y su falta de dignidad y respeto). Verso 13: Y el rey dijo a los que servían en la iglesia «pastores, diáconos, ministros»: Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de afuera (de regreso al mundo); allí será el lloro y el crujir de dientes (oportunidad de un despertamiento de conciencia y lamento, que lo pueda llevar al arrepentimiento y reconciliación). Verso 14: Y dijo el Señor Jesús: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (dentro de la iglesia).
Mi amado hermano, Israel ha pagado cara su actitud de indiferencia y falta de respeto a los mandamientos de Dios, expresados a través del evangelio de Cristo Jesús. Y llegaron al extremo de humillarlo de la manera más vil. Y no bastando esto, lo crucificaron hasta morir. Alguien se atreverá a decir: “yo no hubiera hecho eso”. Sin embargo, quiero decirte que cuando somos rebeldes e irrespetuosos a la palabra de Dios, no obedeciéndola, pecamos y condenamos al Señor Jesús.
El Señor dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15). Así de simple, no hay mucho que discutir. La mejor demostración de ser un hijo del Dios viviente, es la obediencia a sus mandamientos. ¿Qué tanto valoras la palabra de Dios y las enseñanzas que se dan de ella?
No es solo de meterse a la iglesia. Dios escudriña a su pueblo para depurarlo y perfeccionarlo. Si queremos entrar al reino de los cielos, conservemos la dignidad que Dios demanda en su palabra. Que el Señor nos sostenga en sus poderosas manos. Dios les bendiga. Amén.