En las Sagradas Escrituras encontramos una gran cantidad de advertencias de Dios para el hombre. Esto lo hace con el fin de ver nuestro bien y para preservarnos de los efectos negativos y dañinos del pecado, leamos: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:15-17).
Dios ha dotado al ser humano con el libre albedrío; entonces Dios, lo único que hace es advertir sobre el peligro de lo malo, para que consideremos nuestras decisiones. De allí, las consecuencias dolorosas de no oír las advertencias de Dios o la bendición de oír la voz de Dios. Adán se lamentó después de haber perdido el huerto y perder la bendición de estar cerca de Dios; y murió espiritualmente. Tenemos otro impresionante ejemplo, leamos: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe” (He. 11:7).
Ciento veinte años estuvo Dios advirtiendo por medio de Noé, a través de su mensaje durante la construcción del arca, y sólo ocho personas fueron salvas. ¿Y con los demás qué pasó? El apóstol Pedro hace referencia, en la carta que él escribió, al castigo que tuvieron que sufrir debido a la desobediencia, leamos: “…los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (1 P. 3:20).
Dios en su grande amor y misericordia nos sigue hablando hoy, leamos: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron…” (He. 2:1-3). Si algo quiere Dios, es que pongamos toda la atención a las instrucciones, recomendaciones y advertencias dadas por él en las Sagradas Escrituras para la salvación.
Leamos otro consejo: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idolatras, como algunos de ellos, según esta escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Co. 10:6-12). Amada iglesia, sí hay que tomar ejemplo y lección como dice la palabra para que nadie tome tu corona.
Por último, tenemos otro ejemplo dado por nuestro Señor Jesucristo, leamos: “Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas estos no quisieron venir (…) Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas el enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 22:1-3 y 10-13).
¡Qué impresionante la advertencia que dio el Señor Jesús a través de esta parábola! Y hay muchos ejemplos más en la palabra del Señor. Hoy nos toca a nosotros como iglesia poner mucha atención a los ejemplos y atender a la enseñanza para nuestra vida, pues se requiere de mucho compromiso y responsabilidad para nuestra alma.
Gracias Señor por seguirnos hablando. Que Dios les bendiga. Amén.