La Confusión Espiritual Entra Por Los Sentidos

17 diciembre, 2024

Amados lectores y hermanos en la fe: Es importante que cada uno de nosotros, como aspirantes a una vida plena en Dios y en una absoluta certeza de la vida eterna venidera, estemos cada día más compenetrados acerca de todas las estrategias satánicas, empleadas desde los albores de la humanidad hasta hoy. Pues ahí radican la provocación del engaño, la persuasión, la coerción y sobre todo, la confusión acerca de la «verdadera realidad», que es lo espiritual. Y aunque esto sea lo único perfecto y eterno, paulatinamente ha perdido todo valor, sustituyéndose por «la estrategia satánica del materialismo».

Esto ingresa por las ventanas de los cinco sentidos de percepción, alcanzando la mente y el intelecto del hombre, hasta el alma. Haciéndolo entrar en profundos pensamientos que generan razonamientos, filosofías, hasta constituir doctrinas y pirámides culturales, desde las más sencillas o triviales, hasta las más perversas y erráticas que jamás se pudieran imaginar. Haciendo de los hombres, verdaderas máquinas compulsivas de pecado y muerte, que llevan a cada individuo a actuar, de acuerdo a sus mentes torcidas y a obsesiones incomprensibles.

Las Sagradas Escrituras están cargadas de sabiduría y verdad, revelándonos de manera franca y sencilla, cómo se inició la perversa obra satánica en Edén. Leamos: “Pero la serpiente era astuta (esto habla de alguien ajeno al hombre, una inteligencia persuasiva, superior a todos los seres creados en ese entorno) (…) la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? (Al hablarle a la mujer, se activó el sentido del oído, mediante la transmisión oral de una información diferente a la que Eva tenía, ya que ella sabía que Dios les afirmó que no deberían de comer). La serpiente continúa diciendo: No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal (persuasión mediante palabras al oído).

Pero luego: Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos (aquí se activa el sentido de la vista) (…) para alcanzar sabiduría; y tomó de su fruto (se activa el sentido del tacto. La textura y el placer de sentirlo en su mano, lo lleva a su boca. Y el aroma, despierta al sentido del olfato, provocando una extraña sensación que no había experimentado. En ese éxtasis, no queda más que experimentar el placer del sentido del gusto al comer de aquello, para completar la perfecta y plena experiencia sensorial, que al introducirse al cuerpo material, entra a formar parte ligada a la estructura material de la carne). Entonces fueron abiertos los ojos de ambos (al materialismo) y conocieron que estaban desnudos (otra dimensión de vida que los llevaría a la muerte) …” (Gn. 3:1-7).

Esto es lo que nos dicta la palabra: “De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí” (Ro. 7:17). Además: “…pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (V. 23). Con todo este conocimiento, entendamos que después de la perfecta obra de Adán como criatura, sus sentidos materiales fueron la puerta de entrada de todo el caudal de percepción de maldad y pecado; causando una confusión total, dudando así, de su mismo Padre y Creador. Y en esa confusión, entra en rebeldía y disolución. Y en este estado espiritual, ya no hay esperanza.

Sin embargo, Jesucristo vino para pagar el precio del pecado y de la desobediencia. Y en ese sacrificio perfecto, los hombres venimos a la claridad de nuestra verdadera identidad, existencia y razón de ser. Y nos volvemos a aquella «inocencia de la fe», para ser hijos de Dios y libres para una nueva oportunidad, la cual también tuvo el primer hombre. Son ahora las mismas escenas de escogencia: el árbol de vida o el árbol de conocimiento del bien y del mal. La libertad está allí, pero ¡Cuidado! ¡Hoy, ya estás advertido! Lo primero que debes cuidar son «tus propios sentidos materiales», para que no vengan de nuevo a contaminar tu mente y tu alma, haciéndote dudar del eterno amor de nuestro buen Dios, quien es feliz con quien se afirma en esta nueva oportunidad de justicia en amor.

Y no seas sabio en tu propia opinión. Leamos: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas…” (Mt. 6:22-23). “…nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír” (Ec. 1:8). “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (no las oigas)” (1 Co. 15:33). “No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa…” (Pr. 23:31). “…Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo (no lo toques) …” (2 Co. 6:17). No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne (sentido del gusto) …” (Pr. 23:20).

Amados hermanos, estamos en los últimos tiempos y el maligno ha desplegado su más refinado método de confusión espiritual, mediante toda estrategia cibernética y de marketing. Abarcando y cautivando todos los sentidos de percepción humana, haciendo concebir una realidad totalmente falsa y efímera. Se ve, se oye, mediante una pantalla y un altavoz, y se perciben sensaciones, viajes, fantasías y experiencias virtuales que ilusionan. E inviertes tu tiempo, que es vida, unido a esta confusión mental y del alma, para llevarte muy lejos de toda oportunidad de vida eterna.

Esa es nuestra realidad vivencial. Y dime: ¿cuánto tiempo usas en redes sociales y percepciones de un mundo virtual? ¿Vives para Dios y siembras para tu futuro eterno? Recuerda que: “En donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”. Quiera Dios que nuestros ojos y oídos espirituales estén atentos a lo verdadero y que invirtamos bien nuestro tiempo. El beneficio es únicamente para nosotros. Así sea. Amén y Amén.