Gracias a Dios estamos en el camino escuchando la palabra, escudriñando las escrituras que con su Espíritu Santo nos permite entender, creer como niños; y resistir al maligno. La promesa según el apóstol Juan es: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Es de valor, el recibir la palabra para permanecer en el camino de Santidad que nos llevará al fin de nuestra carrera, a la presencia de Dios quien dijo: “Seguid la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá al Señor” (He. 12:14). Como nos afirma en este otro pasaje “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1P. 5:4).
Si amamos a Dios, a nuestro prójimo y a nuestros hermanos, con la fe que viene por la palabra que oímos y guardamos para vencer al mundo. Podemos agradar a Dios que nos dio la nueva vida y nos hace parte del cuerpo para tener el amor de hermanos, como testimonio al mundo que Dios nos ha cambiado. Al no creernos sabios en nuestra propia opinión, damos a conocer que tenemos a Jehová y esto nos aparta del mal (Pr. 3:6,7). La escritura nos revela que la sabiduría del mundo pasará, léase “…Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos” (1Co.1:19). A esto se le agrega “Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para Dios” Salomón escribe: “…No hay fin de hacer muchos libros, y el mucho estudio es fatiga de la carne. …Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Ec. 12: 12-13). “…El prende a los sabios en la astucia de ellos” (1Co. 3:19).
El mundo, su ciencia, los deportes, artes y riquezas, ofrecen glorias vanas; que sin el conocimiento de Dios atraen. Pero a los que hemos nacido de nuevo por la palabra, nos declara la verdad que nos hace libres.
En el mundo hay temor a la muerte; en el evangelio el morir es ganancia y el vivir es la oportunidad para servir a Dios llevando el testimonio del cambio que nos permitió, para ser portadores de las nuevas noticias a los que están perdidos, porque el Salvador, el autor y consumador de nuestra fe nos dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí; niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lc. 9:23,24). Dios espera de su pueblo que creamos en su Hijo y que nos amemos como él nos ha amado y nos declara: “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado, y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1Jn. 3:23-24). “Jesucristo dijo a los que habían creído: …Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Jn. 8:31). “… el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5).
Con lo anterior encontramos la causa para no predicar, ni crecer, leamos: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho” (Jn.15:7). ¿Qué hemos pedido? o ¿Qué vamos a pedir? ¿Cómo trabajar para ver fruto y Dios sea glorificado? El evangelio dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos permaneceréis en mi amor. … así como yo he guardado los mandamientos de mi padre, y permanezco en su amor” (Jn. 15:9-10). Este es mi mandamiento: “Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:12-13) “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros, como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Jn. 13:34). “Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio” (2 Jn. 1:6).
En la nueva vida hemos creído, el amor que Dios tiene para con nosotros. “…Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn. 4:16). “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él” (Jn. 14:21).
La manifestación es la nueva vida, sirviendo a nuestro Dios y amando al que nos amó, al prójimo, a nuestros enemigos y a los que Dios llamó para hacer su obra, nuestros amigos por los que debemos dar la vida como el Señor lo hizo para mostrarnos su amor dando su vida para justificarnos y su Espíritu para conocer la verdad.
Gracias Señor, ayúdame a amar sin acepción como tú lo haces. Danos entendimiento para amar y servir. Amén.