“Sin Cristo todo es carroña”

23 agosto, 2015

La ilusión de un hombre absolutamente independiente del Dios vivo, es una de las fantasías que el diablo le mete al hombre en sus pensamientos. Le crea la idea que no es necesario creer en Dios. Que no necesita estar sujeto a esas crueles leyes que le impiden ser él; tal y como él quiere, sin límites ni restricciones, viviendo en un verdadero libertinaje.  Por eso, no es raro que la misma palabra de Dios advierta cuando el Señor dijo: «Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación» (Lc. 17:25).  Si el hombre no quiere saber de Dios, la fe verdadera es considerada ridícula y anticuada. Vivimos en un mundo “moderno” donde Dios ya no cabe. El hombre ha encontrado otra razón de adoración y es el “materialismo”, la corriente arrolladora del “consumismo” que literalmente significa la voracidad de comprar y vender de manera enfermiza e ilógica.  Los índices de consumo son milimétricamente medidos para evaluar las economías de los países, cualquiera que sea su nivel, entiéndase: tercermundista, subdesarrollados o desarrollados.  Esta vorágine de compra-venta, fue advertida por el Señor Jesús y la puso como señal del tiempo del fin, diciendo: «…comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban…» (v.28).

No quiere decir que esta actividad comercial humana no ha existido antes. ¡Bien! La única y enorme diferencia es en los volúmenes astronómicos que se mueven.  Por ejemplo, sabía usted que McDonald’s vende 6,480,000 hamburguesas diarias. Eso quiere decir que vende 270,000 hamburguesas cada hora alrededor del mundo. Esto es solo esa marca norteamericana. ¿Cuál será la sumatoria del resto de marcas?  Y todo para acoplarse a la modalidad del “fast food” o comida rápida, que se adecua al estilo moderno, donde todo es a un ritmo acelerado y vertiginoso.  Esto sólo por poner un ejemplo, pero hay muchos más, por citar algunos: ropa, celulares, vehículos, joyas, zapatos, casas, etc.  Todo bajo el mismo principio de consumir más de lo que realmente necesitamos. Ese espíritu ha invadido la raza humana y por qué no decirlo, el planeta tierra. Esta locura consumista ha empujado al hombre a destruir su propio planeta, demandándole producir más de su capacidad. Llegando los científicos al extremo de manosear la genética de las plantas y animales, para que produzcan más cantidad a menor tiempo, sin importar los efectos nocivos que esto provoque.

¿Verdad que se cumple lo dicho por el Señor Jesús? Cada día es un mar de gente que corre por todos lados para ejecutar su tarea laboral. ¿Pero cuántos están interesados en el Dios de amor que mandó a su hijo a morir en una cruz y de esta manera propiciar la única oportunidad que existe para que el hombre sea salvo? No sólo de esta perversa generación, sino también de la condenación eterna, que será el justo pago al pecado mortal que el hombre practica, sin importarle las consecuencias del mismo.  La tierra sufre como un ser vivo las terribles consecuencias de este perverso accionar humano y satánico, leamos: «…porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.  Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora» (Ro. 8:21-22).  

Esto es el resultado nefasto de no tomar en cuenta a Dios. El hombre, no sólo está destruyendo su único hábitat conocido en el vasto universo, sino también se está destruyendo así mismo. Surgen enfermedades altamente contagiosas y mortales.  Algunas de ellas producto de una práctica sexual contra naturaleza. No cabe la menor duda que sin Cristo, todo se pudre y se vuelve carroña. Por eso dice el Señor: «Donde estuviere el cuerpo, allí se juntarán también las águilas» (Lc. 17:37).  

Mi querido hermano y amigo que lee estas líneas de advertencia espiritual. ¿Es parte usted de este sistema ateo que sólo piensa en lo terrenal? ¿Es usted otro de tantos millones de víctimas de la astucia del marketing satánico? Le aconsejo en el nombre Santo del Señor Jesucristo que: «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.  Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Col. 3:1-2). Y añade: «Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal» (Fil.3:18-19). Comprendo perfectamente que llevar este evangelio que discrepa 180 grados del estilo carnal y mundano al de Jesucristo, nos lleva a una confrontación contra Satanás. Pero recuerde que Jesús lo venció en la cruz una vez y para siempre.  Bendito sea nuestro Salvador. Así que firmes y adelante, hasta llegar a la meta.  Amén.