El don del entendimiento

12 abril, 2015

Entendimiento en su connotación del hebreo y el griego, como verbo es separar, distinguir algo dentro de un todo, es discernir, es cómo relacionar entre sí las partes formativas de algo, integrándolas adecuadamente. Esto habla también de inteligencia y en tal sentido, los hombres en la práctica intelectual y cotidiana usamos de un entendimiento racional, y a mayor escuela, parece que el intelecto crece, desarrollándose además, mediante las ciencias como la filosofía, las matemáticas, la lógica, la física, y desde niños mediante metodologías como la estimulación temprana, con juegos creativos y aun electrónicos. Toda esta metodología de la “mal llamada ciencia”, nacida del árbol del bien y del mal, hace que los hombres “crezcan” en argumentos que, algunos aún siendo falaces, elevan al -homo sapiens- a la categoría de un -dios-, inducido por la conquista de aquellas palabras oídas en el Edén, las cuales aún en su eco original, resuenan en los tímpanos de los necios: Tú puedes ser como Dios. Sin embargo: “…se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios…” (Ro.1:21-22). Entonces, la humanidad entera está preocupada en alcanzar ese nivel superlativo de razonamiento que dan las ciencias y las letras, las que a su vez redundarán en aumentar el ego y la morbosa ansia de conocimiento y entendimiento de todo lo que se ve y se palpa mediante el materialismo, que es la única meta que los humanos conocen. De allí el crecimiento de las universidades y escuelas especializadas, que continuamente implementan grados y post-grados con maestrías a todo nivel; y el sistema demanda cada día más y más intelecto, entregando cada quien su vida en espacios de tiempo a la superación que les dará como recompensa un nombre, un prestigio, una gloria y un poder, lo cual morirá con ellos.

 

¿Y qué nos dice Dios en su palabra al respecto…?

Jesús, en un momento especial con sus discípulos, al no entender estos una hermosa parábola, se expresa: “¿También vosotros sois –aún- sin entendimiento? (Mt.15:16). Claro que los discípulos sí entendieron lo material o literal de lo dicho y seguramente que los escribas y fariseos presentes, por supuesto que también entendieron y razonaron, pero ¿qué realmente entendieron? Jesús habla entonces, de otro razonamiento y entendimiento, el cual no es posible explicar con la letra. En sus expresiones enviaba mensajes especialmente dirigidos a aquellos hombres, a los cuales en su momento les entrega un “don”, que significa una dádiva, un regalo, un presente no merecido, sino otorgado por amor o afecto especial (a los predestinados), y en este caso es el “Don del Entendimiento”. Este regalo tiene -su momento- ya que dice: “son aún”, esto quiere decir que algún día, sí recibirán ese don maravilloso de entender lo espiritual. Nicodemo, a pesar de ser alguien muy preparado intelectualmente, no pudo entender el mensaje del Señor y también concluye su interlocución respecto al nuevo nacimiento, el cual no pudo entender: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? (Jn.3:10 y 12). Para entender a Dios y las cosas espirituales, hay que recibir algo de arriba; algo diferente, algo especial: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Stg.1:17-18). 

Entonces entendimiento e inteligencia para Dios, es despegar mis ojos del suelo de la materia y visionariamente poder entender una nueva dimensión de lo existente y lo por venir, aún fuera del cosmos: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán” (Pr.9:10-11). Además, paralelo al entendimiento, habrán obras palpables respaldando y confirmando objetivamente lo entendido, aunque duelan tal vez, pero el entendimiento de lo espiritual, desvirtuará cualquier valor o principio secular: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mt.19:29).  ¿Y cómo? Si estos valores son lo más preciado para el ser humano, constituyen su yo en pleno, quizás su razón de vivir, su motivación. ¿Entonces, tendrá que haber otro valor mayor, otros objetivos superiores, otra manera de razonar? Claro que sí, pero para esto tendremos que recibir del Padre “El Don del Entendimiento”, el cual lo recibiremos por fe y que a su vez, nos hará traspasar la barrera del materialismo y de la muerte misma, hacia una dimensión aún más real, consistente y eterna en la presencia del que es la sabiduría, la inteligencia y el poder. A quien sea hoy y siempre toda gloria, honra y alabanza. Ante quien tenemos que postrarnos y decirle con todo el corazón hoy: dame Señor Dios, el don del entendimiento; hazme nacer de nuevo; hazme una nueva criatura; perdona mi ignorancia y necedad; – te necesito Señor-. Así sea, amén y amén.