“Dios es la fortaleza de mi vida”

3 octubre, 2025

     “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Sal. 27:1). La vida del ser humano está compuesta por una serie de etapas y acontecimientos a lo largo de su existencia. Cada una de ellas son nuevas experiencias que conllevan desafíos de diferente tipo y magnitud. Son momentos de altos y bajos, con temporadas de alegría y gozo que también se alternan, muchas veces, con temor, miedo, ansiedad e incertidumbre, al enfrentar cada una de estas experiencias.

Lo triste y lamentable es que, al encontrarse en medio de estas situaciones, alguien pueda sentirse solo, desamparado y sin esperanza. Sin nada ni nadie que pueda ser de ayuda para su condición. O pensar que cualquier circunstancia, por más dura o difícil que parezca, no tiene solución. Esta es la condición de alguien que no ha conocido ni experimentado, el gran poder que hay en el nombre de Jesús y en la fortaleza que podemos encontrar en su palabra, junto a las promesas de esperanza y amor para sus hijos.

Como creyentes podemos gozar de una nueva vida en Cristo, en donde hay amor, gozo, paz, perdón, transformación y muchas bendiciones abundantes que recibimos por la gracia y misericordia de Dios. Pero también tenemos que atravesar por momentos de dolor, sufrimiento y aflicción, para que la obra de Dios sea perfeccionada en nuestra vida y para que podamos comprobar que en esos momentos: “Dios es la fortaleza de mi vida”.

La palabra de Dios, nos habla que esto es completamente normal en la vida del creyente. Y nos aconseja, diciendo: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion” (Sal. 84:5-7). Aquellos que confiamos en Dios y sabemos que él es nuestra fortaleza, veremos su poder en todas las áreas de nuestra vida.

La palabra fortaleza, significa: Fuerza y vigor. Es sinónimo de: resistencia, robustez, dureza, vitalidad, energía, ánimo, brío y potencia. En el tiempo antiguo, una fortaleza también hacía referencia a un recinto fortificado, como un castillo. En otras palabras: es un lugar seguro, un lugar de refugio a donde puedo ir, cuando estoy agobiado y simplemente ya no puedo más. Leamos: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones (…) Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob” (Sal. 46:1 y 11).

En el Libro de los Salmos podemos encontrar afinidad, empatía, y nos identificamos tanto en nuestras experiencias personales, con cada uno de esos capítulos que describen los sentimientos de los hombres de Dios. Ellos fueron testigos de la grandeza del Señor, por medio de sus obras de liberación, de respuesta, de perdón, de favor; y dejaron plasmados esos cánticos y alabanzas que dan testimonio de sus experiencias. Y también encontramos oraciones de necesidad, de frustración como Asaf, de reconocimiento de faltas ante Dios, de clamor por misericordia, buscando la fortaleza en Dios para seguir adelante.

Los desafíos y retos de la vida, han estado presentes a lo largo de toda la historia para todos; tanto para los líderes, como para el pueblo de Dios. En un momento de cambios, Dios le dice a Israel, ante la elección de Josué como sucesor de Moisés: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará” (Dt. 31:6). ¡Gloria a Dios por esas benditas promesas !

Necesitamos de la presencia de Dios en cada uno de nosotros para ser guiados y fortalecidos en todo momento. No importa la temporada, ya sea de bonanza o momentos de crisis, si sabemos que Dios está con nosotros, podremos atravesar cada situación. Por medio del Espíritu el Señor nos da poder para vencer y tener victoria. También trabaja en la formación de nuestro carácter como hijos para crecer y alcanzar la estatura de Cristo. Y, además, nos ayuda para que todas las cosas obren para nuestro bien.

Mi querido hermano: ¿Sientes el agobio y el acoso del pecado en tu corazón? ¿Tu vida está cargada y cansada? ¿Te sientes sin fuerza para seguir luchando? No te sientas solo ni permitas que el enemigo destruya tu preciada alma. Pongamos nuestra fe en el incomparable Dios de Israel, leamos: “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is 40:29-31).

Y para poder librar nuestra batalla en este mundo, ante las huestes espirituales de maldad, la palabra nos dice: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10). Nuestra lucha es contra un sistema corrupto que busca someternos al pecado en sus diferentes formas y manifestaciones. Buscando que quedemos expuestos, sin fuerzas, para caer y fallar a nuestros principios y convicciones.

Sin embargo, el poder y la fortaleza del Señor son tan grandes, aun difíciles de comprender a la mente humana. Y en las Escrituras encontramos esto: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Co. 12:10).

Hay una promesa para aquellos que confiamos en el Señor: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Que Dios les bendiga. Amén.