Amado hermano, estamos convencidos de la absurda superficialidad social como la forma de vida actual prevaleciente. En donde, por lo sutil y bien disfrazado “del mal y el materialismo”, estamos muchos inmersos; sin percatarnos que esto es “un espíritu predominante”, una tendencia global, que determina una placentera y falsa forma integral de vida. Esto abarca todos nuestros flancos, incluyendo lo intangible del ser humano y su relación con el medio.

Si profundizamos en todos los aspectos de la vida, nos daremos cuenta de que este enfoque se ha trasladado dramáticamente de las cosas materiales, a las esferas más sublimes del ser humano, como la moral, los sentimientos, la espiritualidad y la dignidad. Ahora ya no se siembran verdaderos principios éticos, sino únicamente la superficialidad de un humanismo inconsistente y complaciente, ante los caprichos e insaciables deseos carnales del “dios hombre”. Esto forma cada vez más, frágiles sociedades de consumo, basadas en el placer y la vanidad. No hay cimentación consistente.

Hay mucho intelectualismo o cientificismo, entre los pudientes o clases privilegiadas, pero vacíos profunda e íntimamente. Son algunos países como Japón, Corea del Sur, Singapur, Finlandia, China, Reino Unido y otros, en donde a pesar de sus altas escuelas pedagógicas, hay algo totalmente inconcebible: tienen altísimos índices de suicidios en jóvenes estudiantes. Según estadísticas, en un promedio entre dos a seis cada día. A pesar de toda esa metodología cultural, bajo las demandas y presiones de los mismos sistemas educativos y de competencias, por y para ser mejores que otros.

Se encuentran arrastrados ante las peores frustraciones. Y no encontrando mayor sentido a la vida, desmotivados y con una baja autoestima, pasan a experiencias como drogas inducidas, aún por psicoterapeutas y pedagogos. Seguido de tabaquismo, alcoholismo, degeneraciones sexuales, marcas, tatuajes, libertad de género y hasta lesiones en sus cuerpos. Y así pierden el deseo de vivir. Los conceptos de familia, sentimientos puros, amor verdadero, caridad, espiritualidad, son una utopía total.

Y si avanzamos hacia lo más profundo del ser humano, como lo es la formación de los valores espirituales y formación del alma, el asunto se vuelve más dramático. Ya que el concepto de Dios, el amor sacrificial, la creencia en una vida futura y de una gloria eterna, choca con un sistema materialista. En este sistema, todos los métodos y regímenes educativos de escuela y universidades, forman seres egoístas, autómatas y sin fe ni sentimientos naturales. Seres despiadados, como principio cotidiano de vida. Dios y las cosas santas y sublimes no están en sus planes ni pensamientos. Esto es para ellos un sistema anacrónico y sólo para pueblos ignorantes y retrógrados.

Todos estos falsos enfoques y torcidos valores, son para la humanidad su única alternativa, ya que el rechazo a Dios y sus principios, escritos en su palabra, son menospreciados de la peor manera. Hasta hace pocos años, en países como EUA y otros, La Biblia y los mandamientos eran parte de la educación; se enseñaban principios y valores espirituales. Hoy, salvaje e inconscientemente, como seres poseídos de espíritus satánicos, sacaron de escuelas y universidades todo concepto de lo que representa la posibilidad de un Dios Eterno.

Esto es construir sobre el cimiento de lo inconsistente. Sobre todo aquello que es tan frágil y efímero, a lo cual el Señor Jesús se refiere en su parábola como el construir sobre la arena: edificación, que al venir vientos y tormentas quedó totalmente destruida y las pérdidas fueran incalculables (ver Mateo 7:24). Pero esa es la necedad del soberbio hombre, que lo llevará hasta su propia destrucción y muerte física y eterna.

¿Qué cualidades y características tiene una roca?

Una roca como tal, es una masa de materia sólida que ha sufrido, a través de miles y millones de años, fuertes procesos de evolución y solidificación. Llegando a formar algunas verdaderas plataformas, firmes y seguras. Algunas inamovibles, ya que sus raíces ocultas o bases, están profundamente ubicadas y entrelazadas con la misma superficie del globo terráqueo. Las hay como cerros o montañas, que alcanzan alturas de hasta 400 metros y de unos casi 10 kilómetros de ancho, como la Ayers Rock en Australia. Las hay más en México, Gran Bretaña, Río de Janeiro y otros lugares.

¿Qué o quiénes podrían mover esta inmensa masa? Creo que estas enormes rocas o monolitos, según nuestra parábola en mención, serían la mejor base para edificar cualquier edificio. Sin temor alguno que permanecerá firme aún, ante las peores inclemencias. Esta forma usaremos hoy, como figura en nuestro tema. Es por esta razón que nosotros, como pueblo de Dios, creemos que aunque sea más dificultoso, con mayor esfuerzo y con resultados y procedimientos más tardíos, hemos de edificar nuestras vidas sobre algo firme y seguro.

Y que podamos alcanzar a comprender, cómo los grandes hombres y profetas de Dios vieron en el Altísimo y en su palabra, muchas cosas indiscutibles respecto a Dios como la “verdadera roca”. Leamos: “Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza” (Sal. 71:3).

Desde los inicios de nuestra historia, el patriarca Jacob, en sus últimas palabras declara a Dios como: “la roca de Israel”. Asimismo se expresa el profeta Samuel. Moisés, en su cántico se refiere a Dios como: “…la Roca de su salvación” (Dt. 32:15). David expresa: “Bendito sea Jehová, mi roca, Quien adiestra mis manos para la batalla, Y mis dedos para la guerra”. “Llévame a la roca que es más alta que yo”.

Concluimos en que para cada uno de los que hemos creído en Dios, él se convierte en nuestra roca firme, sólida y perfecta. Quien es soberano, omnisciente, omnipresente, etc. Y además es el creador de todas las cosas existentes. Y estamos seguros que para él no hay límites. Debemos permanecer firmes, en la idea de que es nuestra única y mejor opción para construir una nueva edificación. Sobre las bases mismas de sus principios y valores generosamente expuestos en las Sagradas Escrituras y enseñados personalmente por el Espíritu Santo.

Renunciemos a las formas y cultura de este mundo. De manera que, experimentando esta nueva dimensión de vida, podamos alcanzar nuestra anhelada y esperada eternidad con él. Construyamos seguros sobre la roca y fundamento principal que es Jesucristo. Roca inconmovible y eterna. A él sea la gloria, la honra y la alabanza por siempre. Amén y Amén.