“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12). Existen muchos enunciados que tratan de describir lo que es “VIDA”; y a pesar de lo avanzado de la ciencia, no hay un criterio unificado sobre lo que es “LA VIDA”. Yo diría, que la vida -incluyendo todas sus complejidades-, es el lapso de tiempo en que Dios te permite tener existencia sobre esta tierra, hablando de vida humana; porque también hay vida espiritual, el cual es otro tema.

Existir significa tener vida, tener realidad existencial. Es decir, desde que nace hasta que muere, luego deja de existir entre los vivos y pasa a una condición, que, humanamente hablando, tiene muchas acepciones. Pero para el tema que nos ocupa, vamos a entender que: Vida es ese tiempo que Dios nos permite existir entre los hombres sobre esta tierra y durante ese tiempo de existencia, tienes la oportunidad de definir tu futuro después de la muerte (dejar de existir entre los vivos).

Querer entender la vida fuera de Dios es un gran misterio que nunca el hombre podrá comprender científicamente, porque Satanás ha embotado su entendimiento para que no comprendan lo espiritual. Pero para el creyente en Cristo Jesús, es tan fácil, pues él mismo lo dijo: “…Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” ¿Crees esto? (Jn. 11:25-26). El apóstol Juan dice sobre el Señor Jesús, de una manera contundente, certera y sin tela de duda, él afirma poderosamente: “En él (Jesús) estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Jn. 1:4).

Mi amado hermano, si hemos llegado a esta conclusión, entendemos que la vida es un don divino. Es una bendita oportunidad que Dios nos regala para poder alcanzar algo más grandioso y es la eternidad, lo que significa vida para siempre en la presencia gloriosa de nuestro Dios. Sí, una existencia eterna en un reino de paz, gozo, libertad, armonía, santidad, salud, etc. Bueno, es una condición que el hombre natural no puede alcanzar a comprender a cabalidad, porque se ha de discernir y entender espiritualmente.

Ante esta realidad expuesta en la palabra de Dios, razón tenía y tiene el salmista David al decir: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días”. En otras palabras: Señor, necesito que tú me guíes a comprender y a ser sabio, para no vivir por vivir, sino a que mi caminar sobre esta tierra, durante el tiempo que tú me permitas existir, me encamine hacia esa meta gloriosa que es tu presencia; a una existencia con propósito, no malgastando mi preciado tiempo sino: “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo” (Col. 4:5).

Para este fin, necesitamos comprender lo siguiente: En primer lugar: nuestra fragilidad. Dicho en otras palabras, cuán débil, desprovisto y desamparado estoy fuera de la presencia de Dios, y ante un enemigo tan poderoso como lo es Satanás, el cual está dispuesto a estorbar, destruir y aun a matarnos para que no alcancemos nuestra meta gloriosa de la salvación en Cristo Jesús. Dice la palabra de Dios: “Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuán frágil soy (Sal. 39:4).

La vida no está en nuestras manos asegurarla. Somos como un soplo que no vuelve. Somos como el polvo. Somos menos que la nada y, sin embargo, tan soberbios, que nos olvidamos que Dios es el único sustentador de nuestra vida, y que sin él, no somos nada. Llegamos al extremo de menospreciar la invitación que nos hace mediante el evangelio de Cristo, a ser salvos de esta perversa generación. Y, en segundo lugar: No nos olvidemos que, estamos sujetos al tiempo de vida, concedido por Dios, leamos: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento…” (Ec. 12:1)

Nadie puede vivir ni menos ni más del tiempo que Dios haya determinado para cada uno. Aprovecha tu juventud, si hoy tienes conciencia de Dios y del evangelio de Jesucristo. Aprovecha tu juventud, tu fortaleza, tu tiempo, aun tu soltería, porque vendrán tiempos en donde ya no tendrás las mismas fuerzas de un joven. Tus ojos fallan, tus fuerzas faltan, tu ánimo decae, las enfermedades comienzan a agobiar tu existencia, etc.

Claro, para alcanzar la vida eterna es posible a cualquier edad de tu existir, pero si oyereis hoy la voz de Dios, no endurezcas tu corazón sino aprovecha tu juventud, porque no sabes cuánto tiempo tienes de vida sobre este mundo. No importa tu edad, dale tu corazón a Cristo y ponle propósito y sentido a tu vivir en este mundo.

Recuerda que somos extranjeros y peregrinos sobre esta tierra y que Dios juzgará tu vivir. Recuerda las palabras del Señor Jesús, cuando le pide cuentas a sus siervos: “…Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25:23).

Deja que Dios te muestre el caminar diario, mediante su Santo Espíritu, cultiva el juicio, la prudencia y medita en tus caminos. Mi amado hermano, el tiempo se acerca, sé fiel hasta la muerte. Que Dios les bendiga. Amén y Amén.