Recientemente, en un fin de semana, Dios permitió el retiro juvenil en Alotenango y Antigua, Sacatepéquez. Y contamos con la presencia de más de seiscientos jóvenes, abordando el tema de la ansiedad, y teniendo enseñanzas, como: “Ansiedad en la juventud y la adolescencia”, Emociones que provocan ansiedad”, y “Efectos negativos de la ansiedad”. Tuvimos la participación de las iglesias de varios departamentos del país, más un grupo de Soyapango, El Salvador.

Es importante entender este tema, ya que la ansiedad es un tropiezo para los llamados a servir en la extensión del reino de los cielos. Afectando nuestra carrera en la búsqueda de la negación a nuestros deseos y a llevar la cruz. Pues necesitamos para ello: morir, nacer de nuevo y ser llenos del Espíritu Santo. Por eso es necesario e indispensable compartir la doctrina y buscar la guía del Espíritu, para no debilitarnos en la fe y el amor a Dios y al prójimo.

El Señor nos lleva a velar por las almas desde la juventud, tomando en cuenta el consejo de Salomón, que nos dice: Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6). Esto inicia desde el hogar, escudriñando las Escrituras. Por ello, Moisés trabajó en buscar la comunión y la formación para Israel, y les encomendó lo siguiente: “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos” (Dt. 4:9).

Recordemos a Timoteo, quien recibió la enseñanza de obediencia, amor y servicio, de su madre y de su abuela. Y luego, Pablo lo llamó para ayudarle a escribir las cartas y pastorear la iglesia de Éfeso. Y también el apóstol Pedro nos aconseja lo siguiente: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes (…) echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 P. 5:5 y 7).

Nuestro Señor Jesucristo le aclaró a Nicodemo, sobre cómo recibir las bendiciones que necesita todo aquel que quiera participar del reino y ser libre de las ansiedades, leamos: …De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (…) De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3:3 y 5).

Gracias a Dios porque tenemos su palabra, para poder atravesar esas situaciones que parecen difíciles de resolver. Por ello damos gloria a Dios por su promesa: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer. 33:3). Esto nos lleva a escuchar la sana doctrina y confiar en la palabra, en donde encontramos la sabiduría. Dios es nuestro consolador y nuestra fortaleza en todo tiempo.

Sobre las ansiedades que se presentan en esta vida, hubo un estudiante que salió del examen privado y se retiró a su residencia; a la semana, se quitó la vida. Otra persona, un doctor en nutrición, en una empresa internacional, al ser retirado por jubilación se fue a su residencia. A la semana dejó de existir. Él amaba su trabajo, no tuvo esposa y se comenta que debido a su retiro dejó de existir. Ante ello, la palabra nos dice: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Fil. 4:6).

Por la importancia del tema, damos los siguientes pasajes para entender la obra de Dios, leamos: Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra” (Sal. 119:28). En la palabra encontraremos refugio. Y como ejemplo de la riqueza doctrinal, leamos: “Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pr. 4:20-23). Los mandamientos son medicina para la ansiedad, pues sus principios nos traen paz y bienestar.

Otro pasaje dice: “El temor de Jehová es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte” (Pr. 14:27). El pecado nos separa de esa fuente de vida en Dios. También leamos: “…y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mt. 24:12). “Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión; Mas los justos verán la ruina de ellos” (Pr. 29:16). 

Además, leamos: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:13-14). “…En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Esperar en las promesas y confiar en el Señor nos traerá bendición.

Pidamos a Dios de su entendimiento, para nunca apartarnos de él ni de su palabra. Traigamos ante Dios nuestras cargas y seamos libres de la ansiedad. Que Dios les bendiga. Amén.