A él correrá el justo

25 enero, 2015

Desde el día que nacemos iniciamos la carrera por la vida eterna, esto naturalmente sin darnos cuenta.  A lo largo de la misma, sucederán tantos acontecimientos que dejarán huellas imborrables, tales como, traumas, complejos, etc. Surgen como espectros del pasado que afectan el presente e inciden en el futuro a corto, mediano y largo plazo.  La carrera por la vida eterna, no es una competencia por ver quién es mejor que otro, sino que es el desafío de llegar a la meta. Es una carrera de obstáculos donde a cada momento aparecerá mi enemigo, cuyo objetivo es impedir que llegue al final. Su labor es obstruirme y estorbarme, impedir que llegue a la meta del camino, la cual es el Padre, como lo diría el Señor Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Jn. 14:6). Observe que la meta final es “el Padre” y el ejemplo a seguir es Cristo Jesús, el cual peleó férreamente contra su adversario; al cual le llamó “Satanás” que quiere decir justamente eso “adversario” y se interpreta como: contrario o enemigo.

Este papel lo juega el diablo contra Dios, contra la iglesia y contra la humanidad. Cada vez que el Señor utiliza el nombre Satanás, lo está relacionando en su función de estorbar, impedir, resistir, bloquear, etc. Como un enemigo que no quiere que se logre la meta trazada previamente.

Veamos los casos de forma puntual. Primero, como adversario de Dios o de Cristo, leamos: «Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás» (Mt. 4:10).  Previo a que Jesús dijera estas palabras, Satanás le ofreció todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, pero la condición para dárselos era que Jesús se postrara y le adorara.  Satanás sabía que si lograba convencerlo de esto, desviaría a Jesús del propósito de su carrera, que era la fidelidad absoluta a Dios, aunque eso implicara la renuncia de cualquier gloria de este mundo. Vea que Satanás se pone como alternativa de adoración y le dice: si te postras y me adoras te doy todo esto…

¿Cuántos hombres han sido víctimas de este ofrecimiento diabólico? Miles y miles de millones de seres humanos a lo largo de la historia engrosan el infierno, por menospreciar la oferta de Dios y apreciar la oferta del diablo, el engañador.  Jesús lo resistió con la palabra y el diablo tuvo que apartarse de él, ante la imposibilidad de persuadirlo.

En segundo lugar, adversario del creyente: si Satanás se atrevió a tentar y estorbar el camino o la carrera de Cristo, ¿usted cree que no lo hará con nosotros? Ignorar esto es el grave error que muchos cometen. Ignoran las maquinaciones del diablo y por eso son destruidos, como dice su palabra: «Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio…» (Os. 4:6).  Un día el Señor Jesús le dijo a Pedro: «Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte…» (Lc. 22:31-32).  Observe que el diablo pidió tentar a Pedro, Cristo lo sabía pero Pedro no, la ignorancia de Pedro lo llevó a tomar una actitud arrogante y prepotente, que si no hubiese sido por la intercesión de Jesús, Pedro habría fracasado en aquella prueba.  Por tanto, qué importantes las palabras del Señor Jesús en la oración modelo que dijo: «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal» (Lc.11:4). En la lucha contra Satanás no funciona la prepotencia y la soberbia sino la humildad y la mansedumbre, para ser dignos de ser librados con el “oportuno socorro” cuando lo necesitemos.  

Y en tercer lugar, el diablo es el adversario de la humanidad.  Para muchos es difícil creer que Satanás influye en toda la humanidad, y que Jesucristo vino como la oportunidad  divina de salir de esa influencia satánica y ser librado de la condenación eterna. Leamos lo que la biblia enseña al respecto: «Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno» (1Jn. 5:19).   Es claro este versículo al establecer que sólo hay dos grupos de personas en este mundo, los que son de Dios y los que están bajo el poder engañador de Satanás, el maligno.  Pero sabemos, continúa diciendo el pasaje, que Jesucristo ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero, el cual es Cristo Jesús, en contraposición del engañador y adversario que es Satanás.  Al apóstol Pablo se le encargó la siguiente misión:   «…para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios….» (Hch. 26:18).  Mi querido hermano en Cristo Jesús, dice la palabra de Dios: «Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado (rapto) » (Pr. 18:10). Corra hermano amado y ponga su mirada en Jesús el autor y consumador de la fe, para llegar felizmente al Padre, el cual nos espera ansiosamente con estas palabras: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…» (Mt. 25:23).   Amén.  Que Dios les Bendiga.