Concupiscencia, según el diccionario, es: la atracción natural hacia los bienes sensibles, especialmente la inclinación a los placeres sexuales. En la palabra de Dios se habla de la concupiscencia, como: apetito, deseo, pasión y placer, presentando como relevante lo que ocurrió en el mundo antiguo. Noé agrado a Dios, pero el mundo recibió el juicio divino, debido a que la maldad de los hombres era mucha en la tierra. Luego Dios condenó a Sodoma y Gomorra por las prácticas de  homosexualismo y la aberración sexual, a tal grado de querer involucrar y hacer mal, aun a los ángeles que estaban en el hogar de Lot. Esto llevó a sacar a Lot y su familia, para manifestar el juicio de Dios, por el clamor contra ellos que había subido delante de Jehová, cayendo del cielo, azufre y fuego Concupiscencia, según el diccionario, es: la atracción natural hacia los bienes sensibles, especialmente la inclinación a los placeres sexuales. En la palabra de Dios se habla de la concupiscencia, como: apetito, deseo, pasión y placer, presentando como relevante lo que ocurrió en el mundo antiguo. Noé agrado a Dios, pero el mundo recibió el juicio divino, debido a que la maldad de los hombres era mucha en la tierra. Luego Dios condenó a Sodoma y Gomorra por las prácticas de  homosexualismo y la aberración sexual, a tal grado de querer involucrar y hacer mal, aun a los ángeles que estaban en el hogar de Lot. Esto llevó a sacar a Lot y su familia, para manifestar el juicio de Dios, por el clamor contra ellos que había subido delante de Jehová, cayendo del cielo, azufre y fuego  El Señor al hablar sobre su venida nos dice: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca…” (Mt. 24:37-38). Está bien comer, beber y casarse; lo grave será si sólo se dan en casamiento. Esto no lo aprueba Dios y podría ser que en esa unión aparezca el VIH. Además, se pierden de la comunión con la iglesia y si el Señor viene o te llama para el juicio, el fin será irreparable. Como pueblo de Dios debemos instruir a la juventud, explicando lo que significa: Temer a Dios y guardar sus mandamientos. Estas reflexiones, además de lo que se oye en la congregación, serán más efectivas en el hogar y en familia. Escudriñando las Escrituras y analizando lo que pasa en el mundo que está en tinieblas y bajo el maligno, para entender lo que está viviendo el mundo, en lo relativo al sexo.  Trasladamos información reciente de Prensa Libre de estos días, en donde se conmemoraba el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. En este evento se publicó el resumen de actividades, algunas a nivel mundial y otras a nivel nacional, de donde obtuvimos información del Programa Nacional de Prevención y control de infecciones de Transmisión Sexual, VIH, de donde se tomaron cifras que muestran, cómo se desarrolla y se controla este mal, tenemos que: La prevalencia en trabajadoras del sexo es del 1%; en hombres que tienen relaciones sexuales con personas de su género es del 9%; y en mujeres transgénero, del 22%. En las infecciones del 2010 al 2018, se reportaron 2,300 casos, de los que el 40% corresponden a hombres que tienen intimidad con personas de su género. Sin mencionar el alto presupuesto y las cifras millonarias para la prevención y atención de estos programas y que cada año aumentan. Todo lo anterior se debe a la impiedad e injusticia de la humanidad, pues habiendo conocido a Dios, se envanecieron en sus razonamientos. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Por eso Dios los entregó a la inmundicia, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos. Han preferido honrar y dar culto a las criaturas antes que a Dios. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Las mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza y lo mismo sucedió con los hombres. Todo esto puede leerse más ampliamente en Romanos 1:21-32.
¿Cómo salir en victoria estando en el mundo? Jesucristo nos dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).  El camino es ese testimonio de vida que Dios le dio para vencer. Ya que en humildad y obediencia estuvo en este mundo. De tal manera que al ser bautizado, cuando salió, se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17). Esto mismo ocurrirá en nuestra vida. Primero humillémonos y lleguemos en obediencia a las aguas del bautismo, creyendo en que necesitamos morir a lo terrenal, para alcanzar una nueva vida gloriosa en Dios. Leamos: “…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él…” (Ro. 6:6-8). Así, en la nueva vida, nos olvidamos de la carne y nos ocupamos del Espíritu, para gozar la paz que Dios da. Amando como Dios nos amó, comenzando con el Hijo de Dios que vino a morir, para resucitar y darnos una nueva oportunidad para hacer su voluntad, anunciando su reino y preparándonos para su venida.  “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria: porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Ap. 19:7-8). Preparémonos, no durmamos. Llenemos nuestras lámparas con aceite, que significa el Espíritu que Dios da para permanecer nosotros en él y él en nosotros; dando frutos para la gloria del Padre que nos llamó y justificó, para morir al mundo y servir al que nos amó con su sangre derramada en el calvario. Amén.