El amor en el mundo es estimar o apreciar a una persona. Para la iglesia es lo más potente: “es la esencia de la naturaleza divina” y podemos poseerlo. Es el arma más efectiva de la Iglesia. En el mundo, el amor filial nace con cada hijo. Se le busca nombre, se le compra ropa y muebles, se hace fiesta y se le recuerda cada año. Llegando muchas veces hasta la idolatría, por la ignorancia de los verdaderos valores espirituales. Pero si estamos en los planes divinos Dios nos ayuda, cuando vemos que nada ni nadie puede sacarnos del engaño y del error. Este será el nuevo nacimiento para la nueva vida, siendo necesaria la doctrina, para conocer y amar a Dios, quien dice en su palabra: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6).

El Señor nos guía con su palabra y con su Espíritu: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mt. 19:14). También dice: “…Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mt. 11:25). Y a los adultos, nos advierte: “…si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mt. 18:3-4).

Esta enseñanza práctica que se recibe en el hogar sin tanto gasto, es la enseñanza donde cada día se busca en primer lugar, el conocer a Dios, quien nos amó y nos envía al mundo para amar al prójimo, sin hacer acepción de personas, leamos: “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1 Jn. 3:23-24). En esto conocerán, vecinos o compañeros, que somos sus discípulos.

También leamos: “…Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (…) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos… Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”  (Ro. 8:31-39).

Con toda autoridad y lleno del Espíritu dice: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1:21). Por ello, Dios cambió a Saulo por Pablo; para divulgar la fe, el amor y la esperanza, ante reyes, judíos y a los gentiles, luego que le creyó a Dios. El Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades y con esta fe podemos decir: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro. 8:28).

En la palabra están las profecías que anuncian la venida del Señor. Leamos: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 P.3.10). Sí, mi amado hermano, todo lo que vemos será consumido por el fuego. Pero leamos lo que el Señor tiene para sus discípulos: “…he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Is. 65:17). No nos aferremos a lo que se ve. Busquemos el reino de Dios y su justicia, para recibir por fe las añadiduras y salvar nuestra alma haciendo las buenas obras que él nos ha mandado. Llevemos la verdad a los que no tienen paz ni entienden el amor de Dios por estar bajo el maligno.

Todo lo que hagamos, que sea de buen ánimo como para el Señor, porque la palabra dice: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap. 22:12). A la iglesia de Éfeso, Dios le dice: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo… y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras…” (Ap. 2:2-5).

No olvidemos: “…porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:10). Y también añade el apóstol Pablo a Timoteo: “…guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe” (1 Ti. 6:20-21).

Señor ayúdanos, porque sin ti nada podemos hacer. Hermanos, permanezcamos en el Señor. Amén.