En nuestro medio, como una muestra de lo que sucede en el mundo, se han venido multiplicado los centros de estudio a todo nivel; teniendo como meta la graduación a nivel universitario. En nuestro país hace siete décadas, se tenía un centro universitario que se localizó en la ciudad capital y en dos o tres ciudades importantes con la formación de Licenciados en leyes, economía y medicina. El interesado en obtener otras ciencias tenía que salir del país. En la actualidad se tienen doce universidades. Hoy, la mayoría de centros dan licenciaturas, maestrías y carreras técnicas. A esto hay que sumar la educación a distancia, que permite trabajar y estudiar. Si oímos la palabra de Dios, este fenómeno fue profetizado por Daniel.

“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad (…) Muchos correrán de aquí para allá, «y la ciencia se aumentará» (Dn. 12:1-4).

Pedro nos dice: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1P. 4:7). Y Pablo nos declara: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”  (2 Ti. 4:7,8).

En la universidad se busca terminar la carrera, que requiere muchos libros mucho esfuerzo. Pero no da paz ni ayuda para la vida eterna. Salomón dice que no se necesitan muchos libros, sólo teme a Dios y guarda sus mandamientos. Pablo dice: “…guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe” (1Ti. 6:20-21). Porque la fe le agrada a Dios y con ella vencemos al mundo. Leamos también: “A los ricos de este siglo, el Señor manda que no sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (Vs. 17-19).

El conocimiento de Dios nos lleva al perdón de los pecados. Con este conocimiento el joven vence al mundo y tiene poder, porque la palabra de Dios permanece para vencer al maligno. Este conocimiento lo obtenemos cuando nos reunimos como iglesia para escuchar y obedecer la palabra, la cual el Señor dijo que escudriñáramos para obtener la vida eterna.

Por ser inicio de año las familias están ocupadas en enviar a los niños a la escuela y al colegio; los adolescentes, al nivel medio; los mayores a la universidad. Algunos, por los bajos ingresos cambian de colegio a una escuela pública. «Lo importante es mantener la comunicación de padres a hijos», porque estamos en el mundo, que está bajo el maligno. Si le envía a un colegio cristiano, es posible que tengan alguna reflexión sobre Dios y su palabra. Pero si son nuestros hijos y queremos que se salven de esta generación maligna y perversa, debemos trabajar unidos a Dios, en donde la madre sea ayuda idónea, velando y orando por el hijo que necesita la ministración y el testimonio. Para esto necesitamos: Amar a Dios y a nuestro prójimo, que son los niños los jóvenes. Recuerde: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él (…) El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn 2:4-6). En los hogares debemos inducir a la cultura que le agrada a Dios.

El mundo y su ciencia están en decadencia. Dios nos dice como pueblo que busquemos primero el reino de Dios y su justicia. El mundo se termina con fuego pero a los que oímos su palabra nos dice: “…el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Jn 15:5). Dios ha preparado cielos nuevos y tierra nueva donde mora la justicia. Hermanos, oremos para permanecer en él. Amén.