El tiempo que Dios nos da no se recupera. Si estamos en el camino, roguemos para redimir los días que estemos en este mundo. Han pasado días y meses del año, en donde niños y jóvenes se afanaron estudiando, conociendo el mundo y su ciencia que, sin la guianza de Dios, nos arrastra a la búsqueda de dinero y glorias vanas; buscando lo material, las comidas y las bebidas, por tener como su dios el vientre. A la iglesia nos dice: buscad primero el reino de Dios y su justicia y por fe se recibirán añadiduras. Esto sucedió al mostrarnos su amor, mandando a su Hijo para que los creyentes no nos perdamos en este mundo, en donde hay dos caminos y dos ciencias. Si tenemos fe, agradamos a Dios y vencemos al mundo. La fe en Dios viene por oír su palabra, acrecentándose, si escudriñamos en el hogar las Escrituras, que son útiles para corregir e instruir en justicia a nuestros hijos, preparándoles para que se conviertan y así estén dispuestos para toda buena obra. Las Escrituras nos enseñan que la vida en la tierra es efímera y fugaz, nos dice: “…toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita…” (Is. 40:6-7). Al entender esta palabra, dejamos las glorias que el mundo ofrece y que nos separan de Dios. 

Si somos entendidos y agradecidos con Dios, nuestro propósito será hacer todas las cosas para que Dios sea glorificado, teniendo como compensación: “…cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 P. 3:13). Hablamos al inicio, que los niños y jóvenes ya no están presionados por las tareas, pero: ¿asisten a la iglesia?, ¿tienen tiempo para leer la palabra? Y los padres, quienes tendrán la doctrina, deben responder las dudas y ampliar temas como el nuevo nacimiento del Espíritu Santo, y continuar sus estudios con el fundamento de la fe, el amor y la esperanza. 

Como padres, debemos analizar con la familia, la degradación de la humanidad que no se detiene y cuáles son las causas de la degeneración moral y aun espiritual. No olvidemos que los jóvenes estarán en una formación técnica o científica por doce años, y que al final del periodo, tienen que presentar ante docentes y familiares, cuál será su visión después de recibir la formación universitaria. A esto le llaman: proyecto de vida. En este evento dan a conocer cómo prestarán sus servicios profesionales, cómo ayudarán a la familia y cómo elevarán su nivel socio económico. Algunos exponen cómo ayudarán a salir del sub desarrollo al país. Por la emoción, la mayoría se cree autosuficiente, sin considerar la ayuda del Creador y Salvador de nuestra alma.

Hermanos, pidamos a Dios entender e instruir a nuestros hijos, que el ocuparnos de la carne es muerte y el ocuparnos del Espíritu es vida y paz. Busquemos en la palabra por qué con tantos profesionales, tenemos violencia, corrupción, degeneración sexual, etc. Investigue más sobre cómo las personas cambian, cómo Dios nos cambió. En mi vida he visto, cómo un estudiante universitario dejó su carrera y Dios lo constituyó en un misionero que continúa llevando las buenas nuevas a los necesitados. Escuché a un licenciado en economía, narrando como siendo hijo de pastor, obtuvo premios en su colegio por memorizar textos bíblicos. Pero su nacimiento espiritual se dio siendo profesional, casado y con hijos. El daba gracias a Dios porque hoy se ocupa en atender hogares que necesitan oración. ¡Gloria a Dios! Conocí a un científico que confesó tener pánico a la muerte, porque un colega y compañero en las actividades de científicos, cuando le comunicaron que sería jubilado, no soportó y a la semana falleció. La palabra nos enseña que estando en el camino y en Cristo, el morir es ganancia.

Salomón, hablando de la vanidad dice: “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto…” (Ec. 5:10). Y nos agrega esto: “Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia” (V.12). Aprovechemos, redimamos el tiempo de vacaciones para guiar a la juventud que continuará estudiando, para que Dios y su conocimiento nos libren de la prepotencia. No olvidemos que Dios se acerca a los humildes y resiste a los soberbios. También leamos: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por la fe vivirá” (Hab. 2:4). 

En los estudios superiores hay peligro de creernos más, pero la palabra nos advierte: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Mt. 16:26). Recordemos “…No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne” (Ec. 12:12). El apóstol Pablo nos dice: “…guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe…” (1 Ti. 6:20-21). Y no olvidemos que: “El corazón del entendido adquiere sabiduría; Y el oído de los sabios busca la ciencia” (Pr. 18:15). 

Pidamos a Dios que nos ayude a no ser atraídos ni seducidos por la ciencia que engaña, dando bien y mal. Busquemos esa fe que vence al mundo y a esta generación maligna y perversa que se incrementa con la ciencia, y que nos afirma que el fin se acerca. Temamos a Dios y guardemos sus mandamientos. Estos se resumen en: amar al Dios que, aún siendo malos, nos amó, para que hoy nosotros amemos al prójimo y aun a nuestros enemigos. Amén.