Por las condiciones de la pandemia, nuestras reuniones y visitas se han suspendido por más de cinco meses. Pero gracias a Dios hemos visto con más diligencia a niños, jóvenes y adultos, buscando la enseñanza de forma virtual. Entendiendo que donde dos o tres nos reunimos invocando el nombre del Señor, en ese lugar Dios nos habla, nos exhorta y nos anima para que avivemos nuestra fe y amor hacia él. Ya que en algunos, estos valores corren el peligro de estar perdiéndose. Damos gracias a Dios por su palabra que dice: si le amamos a él, todo lo que pasemos y venga, será para bien.

Es probable que en algunos hogares, antes por el trabajo, no se tuvieran reuniones de familia. Y ahora, sí se tienen para escuchar las predicas y escudriñar la palabra. Dándose hoy lo que el Señor pedía a Israel, que los padres enseñaran doctrina a sus hijos y nietos. Creo que hoy las cartas que se publican semanalmente, están siendo comentadas en los hogares, previniéndonos de las acciones satánicas. Así como la enseñanza sobre estar despiertos, nos advierte que algunas personas al no tener fe ni el Espíritu, se acomodan a los deseos de la carne, amando el mundo. Teniendo el peligro de caer por el engaño de falsos pastores y maestros, que ofrecen salvación sin la negación y la cruz que llevamos cuando nacemos de nuevo y nos llenamos del Espíritu Santo. Ya que somos orientados y consolados para mantenernos en la batalla de la fe, si estamos despiertos y no somos ociosos.

En esta carta queremos comentar sobre la importancia del conocimiento con entendimiento de la sana doctrina del Señor para su pueblo. Así el siervo expone su tema guiado por el Espíritu, para que los oyentes escuchen la doctrina, con la esperanza de que reciban, guarden y vivan el consejo en el hogar o bien en donde trabaje la persona.

El primer caso presenta al que oye la palabra y el malo arrebata lo sembrado. El segundo caso (semilla entre piedras) es el que oye la palabra y la recibe con gozo, pero por no tener buena raíz, dura poco; porque con la aflicción o la persecución por la palabra, tropieza. La semilla sembrada entre espinos, es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra y se hace infructuosa. Mas el que se sembró en buena tierra, es el que oye y entiende la palabra y da fruto. Entendamos, de cuatro personas que oyeron ¡sólo una dio fruto! “…el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Entendamos lo que indica la presencia del Espíritu de Dios en el creyente, ya que para el fin, Dios anuncia que el amor se enfría y la fe escasea.

Daniel profetizó: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Dn. 12:1-4).

El entendimiento de la obra de Dios y su voluntad lo tenemos en las Sagradas Escrituras. En donde cada uno de nosotros como hijos de Dios, podamos aprovechar esa palabra escrita, la cual usamos en nuestras reuniones para que se confirme en el momento de escudriñar en casa en forma personal, o bien con la familia en el hogar.

 

Analicemos los ejemplos siguientes:

         “….Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mt. 11:25). ¿Por qué esconder esto de los sabios y entendidos, y revelarlo a los niños? La palabra dice: Dios atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos. Hermano, aun teniendo canas y nietos, el reino de Dios lo recibimos si somos como niños (Marcos 10:15). Si tenemos fe y amor, se hace oración para recibir espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de él. ¡Qué regalo! Si oímos y escudriñamos el final de los doce capítulos de Salomón en Eclesiastés, y dice: Teme a Dios y guarda sus mandamientos.

También dice: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” (Ro. 13:8). Gracias Señor por conocer y entender tu palabra y tu voluntad que dice: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. Hijitos, guardaos de los ídolos…” (1 Jn. 5:19-21). Gracias Señor por permitirnos oír tu palabra y escudriñarla para aumentar nuestra fe y valorar tu amor para con la iglesia que espera tu venida o nuestra partida. Porque somos como la hierba que crece en la mañana, en la tarde florece, y luego es cortada y se seca. Amén.