En el mundo el enemigo miente y engaña; él sabe que tenemos una carne débil. Si no hemos nacido de nuevo no tenemos la mente de Cristo; teniendo como atractivos: premios, regalos, glorias, etc.  Así, en la adolescencia o juventud, surgen los deportes -ignorando que el ejercicio corporal para poco aprovecha–. Se compite y al clasificar o lograr alguno de los primeros lugares, se reciben aplausos, diplomas, medallas, y son más importantes cuando en ellos aparece nuestro nombre. En la juventud se nos llama para  participar en algún evento de carácter nacional. Si la actividad la capta la prensa, se traslada la información a nivel nacional. Estas son acciones estimulantes para ver quién es superior a los demás.

Todo esto sin Dios, es una trampa del enemigo, porque al estudiar en el exterior con autoridades de relevancia mundial estimulan su ego. Esto muestra que se logra vida pero sin paz. No tienen fe ni conocen a Dios. Su alma está muerta en delitos y pecados por no tener a Dios ni guardar sus mandamientos.

Si estamos en los planes del único Dios verdadero, vendrá el momento en donde las glorias  se desvanecerán. Y al entrar en una crisis espiritual y viendo que ya no hay solución, buscaremos a Dios con necesidad y con sinceridad, rogando perdón por no valorar el amor de Dios. Este acto es el encuentro de una criatura que necesita nacer de nuevo.

En ese encuentro espiritual, nacemos de nuevo para entrar al reino de los cielos como un niño: sin malicia, sin codicia, sin avaricia;  encontrando el descanso deseado por nuestra alma al entender lo que dice la palabra: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” (Ec. 1: 3). Además, el Señor nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt.11:28). Pablo dice para los nacidos en Cristo: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Co. 13:13).

El amor de Dios es tan inmenso que entregó a su Hijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida” (Jn. 3:16). ¿Está Dios en tu proyecto de vida? Leamos lo que dicen las Escrituras: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Y (…) Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 22:37-39). Y también dice en otra parte: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Ef. 2:12). El profeta Daniel nos dice: “…cierra las palabras y  sella el  libro  hasta  el  tiempo  del  fin.  Muchos correrán  de  aquí  para  allá,  y  la ciencia se aumentará” (Dn. 12:4). «Señor, ayúdanos a comprender que el amor se enfriará y la fe se escaseará». Vemos que la ciencia cada día está aumentando.

Existen muchas congregaciones en donde hay personas cantando, bailando, llorando por una emoción pasajera y la pregunta es: ¿se encuentra el amor de Dios allí? ¿Se manifiesta realmente Dios allí? El amor no se vive si no está el Espíritu Santo de Dios. Por ello en las congregaciones, en donde se reúnen “en el nombre de Dios” sin el Espíritu, la nación donde ocurre esto sigue sufriendo de violencia y corrupción, se oye de robos y la maldad de muchos  se acrecienta; la mayoría está buscando hacer cosas materiales y sólo hablan de prosperidad. El Señor dice: “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mr. 8:36).

Los que van a la universidad, tienen en su plan, que presentar un proyecto de vida que  defina  sus  metas y  objetivos  a  desarrollar a corto y largo plazo. Es interesante lo que hacen, pero será triste que por lograr su carrera se olviden del creador, el cual nos  hizo  a  su  imagen y semejanza. Quien por amor nos dio a su Hijo para morir en la cruz, propiciando la sangre que nos redime y nos justifica para ver cuál debe ser nuestro verdadero proyecto de vida.

Es tiempo que los padres ayuden espiritualmente a los jóvenes y señoritas que están en la universidad o se preparan para ella. Si no, habrá prosperidad económica, pero no la solución a la parte espiritual del ser humano.

Que Dios nos ayude para no dejar su amor ni la fe que a él le agrada ni la esperanza de la vida eterna. ¡Qué el Señor les bendiga! Amén.