Nuestro Señor Jesucristo utilizó las parábolas para dar a conocer los misterios del reino de los cielos. Fueron ejemplos sobre situaciones sencillas y cotidianas, que trasladaban enseñanzas profundas relacionadas con la salvación. Y en la parábola del sembrador, nos habla en el primer caso de aquel que oye la palabra y no la entiende; y el malo arrebata lo que fue sembrado en el corazón. En los otros dos casos, se oye la palabra y se recibe con gozo, pero el afán y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra. Solamente el último caso es el que oye, entiende la palabra y da fruto (léase Mateo 13:19-23).

Los proverbios de Salomón son una recopilación de consejos que nos invitan a buscar la sabiduría. Pero tendrán valor y eficacia, cuando los entendamos y vivamos en todos los aspectos de nuestra vida. Leamos: “Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes, Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad; Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes inteligencia y cordura” (Pr. 1:2-4). Agregando: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (V. 7).

Para poder vivir y entender la palabra, debemos mostrar una conducta humilde y obediente. Esto nos permitirá gozar de las promesas que hay para aquellos que amamos a Dios, en donde todo será para el bien de nuestra alma. Confiando en el Señor, quien nos dice: “…En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Las aflicciones que se experimentan, son el miedo o los temores de los acontecimientos que se dan en el mundo, como las pestes, las enfermedades, la carestía de la vida, etc.

El Señor da a su iglesia las señales que nos anuncian el tiempo del fin, leamos: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mt. 24:11-14). Estos predicadores falsos, se caracterizan por predicar un evangelio liviano y sin negación, dando libertad para conformarse al mundo. En estos casos, predican, pero no viven la palabra; viven para amar al mundo y al dinero.

Pero el Señor nos invita a perseverar en el amor a Dios y al prójimo. Buscando la llenura del Espíritu Santo, para vivir con fe el verdadero evangelio. Oyendo la palabra, ampliando el conocimiento y entendiendo que no estamos solos en este mundo, leamos: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo, no te dejará, ni te desamparará”  (Dt. 31:6).

         Y la palabra alumbra nuestro entendimiento, pues el Señor nos dice: “…el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Jn. 15:5-6). Dios es amor, pero también es fuego consumidor. Si en su caso hay estudiantes esforzándose para lograr un grado académico o profesional, analice el costo, los esfuerzos que se hacen “para gozar” y además, si se está dando una separación o una permanencia en el Señor.

El estudio que uno requiere para servir a Dios no tiene costo. Y el resultado, si amamos y servimos a los necesitados, será la vida eterna. Para que en el día del juicio el Señor nos diga: “…Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mt. 25:34). Y también dirá a los infieles, los que no entendieron ni vivieron la palabra: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (V. 41).

Como ejemplo del amor y la fe que Dios espera de sus hijos, tenemos a Rut, que le dice a Noemí: “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rut 1:16). Esto es un ejemplo para las hermanas que forman parte del cuerpo, donde Cristo es la cabeza.

Además, debe servir a pastores y a padres de familia que están como miembros de Avivando La Fe. Para entender que el amor a Dios y al prójimo se practica y se enseña en casa; para no dejarnos llevar por las corrientes del mundo, que son guiadas por el enemigo (Satanás). Así trabajó con el pueblo de Israel que no entendió el amor de Dios, que Moisés y Josué brindaron por 40 años, cuando salieron de Egipto, en búsqueda de la tierra prometida, que para nosotros es ese cielo nuevo y tierra nueva donde mora la justicia.

Recuerda, para obtener la victoria necesitamos: morir, nacer de nuevo y tener el Espíritu Santo que nos ayuda a entender y vivir la palabra. Dios te bendiga. Amén.