“Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la RELIGIÓN del tal es vana” (Stg. 1:26). Desde que Satanás conquistó el corazón del hombre a través de engañar a Eva, en el huerto del Edén, mediante falsos ofrecimientos que endulzaron sus oídos y le hicieron creer el cumplimiento de falsas promesas, como el razonamiento de que no moriría a pesar de haber desobedecido la voluntad de Dios, el hombre sigue siendo no sólo víctima del engaño, sino también parte activa de esa estrategia diabólica para prender y esclavizar el alma de los seres humanos, creados por Dios.

No olvidemos que Satanás es espíritu. Y como tal, no puede accionar en el mundo material sin antes lograr poseer el cuerpo de algún ser, no sólo de hombres sino aun también de animales. Recuerde el caso del endemoniado gadareno. Leamos: “Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil…” (Mr. 5:12-13). Observe que le pidieron permiso para poseer el cuerpo de los cerdos, los cuales al ser poseídos, tomaron una actitud alocada y se precipitaron al abismo, muriendo los cerdos, no así los espíritus inmundos.

Los demonios reconocieron la autoridad que había en el Señor Jesús sobre ellos. Pero era para poseer el cuerpo de los animales, no así el de los hombres; pues el día que Adán y Eva pecaron, se abrió el portal espiritual para que Satanás poseyera el cuerpo de los hombres. Recuerde que el mundo entero está bajo el maligno. También dijo el Señor Jesús: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí” (Lc. 11:24). Observe que el demonio se refiere al cuerpo del hombre como su casa de habitación. No pidió permiso para poseerla, él se siente dueño de ella por el derecho que le da el pecado.

Cristo Jesús vino a echar fuera a Satanás, de los cuerpos de los hombres que aceptan esa autoridad divina en sus vidas. Este milagro se dio el día que nos rendimos a los pies de nuestro Salvador. Pero es imprescindible que permanezcamos bajo esa autoridad todos los días de nuestra vida. De lo contrario, Satanás tiene el derecho de regresar a su antigua morada. Y para asegurarse de que no será echado nuevamente de su casa, se busca a siete espíritus PEORES que él. Y entrados, moran allí. Y el estado posterior de aquel hombre, viene a ser peor que antes de ser liberado inicialmente (léase Lucas 11:26).

         El apóstol Pablo escribe lo siguiente: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12). La tremenda afirmación que hace el apóstol Pablo tiene vigencia en nuestros días. Pero pareciera que -gracias a la ignorancia que hay sobre las cosas espirituales- el hombre no le da importancia a estas recomendaciones y consejos que hace Dios. Sí, mi amado hermano, es todo un sistema poderoso bien organizado y administrado por el diablo. Los súbditos de Satanás son demonios que poseen cuerpos de hombres y quizás hasta de animales para destruir la raza humana, que es el objetivo principal de Satanás.

Ante semejante realidad ¿no cree usted mi querido hermano, que es imprescindible estar preparado para esta lucha sin cuartel contra esas huestes demoníacas, que buscan esclavizar su preciada alma? Cristo vino a libertar a las almas cautivas de los hombres. Por eso él habló de la verdadera libertad. Vino a librar una batalla sin cuartel contra Satanás, liberando a endemoniados. Él mismo sostuvo una batalla contra Satanás en el desierto. Cristo fue tentado por el mismo diablo, el cual le ofreció todo lo que según él, le pertenece. Pero no pudo poseer el cuerpo del Señor, porque él no pecó. Jesús lo venció y Satanás tuvo que apartarse de él por un tiempo. Quiere decir que volvió más adelante a tentar a Jesús para hacerle caer, pero no lo logró.

Cristo peleó contra el hombre fuerte, leamos: “Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa” (Mt. 12:29). No cometa el error de pensar que el diablo se va a sentir derrotado. No, él anda como león rugiente tratando de recuperar el terreno perdido. Él buscará todos los medios posibles para recuperar su antigua habitación. Mi querido hermano, entre más nos alejemos de Dios, más vulnerables nos volvemos a los ataques del maligno. Cristo es nuestro refugio: “Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado” (Pr. 18:10).

Todos los días de nuestra vida, corremos el riesgo de perder ese milagro que Cristo Jesús hizo en nosotros, que fue liberarnos por medio de su sangre bendita. No se aleje de la intimidad con Dios. Pues una vida espiritual superficial, es sólo adornar, decorar y barrer la casa, pero no le hemos dado el derecho de propiedad a Dios. Usted mejor que nadie sabe en qué áreas de su vida le está cediendo espacios a Satanás. Él sólo necesita una pequeña rendija para meterse de nuevo en su antigua casa. Mi amado hermano, huya del pecado, escape por su vida y que Dios le dé el poder del Espíritu Santo para permanecer fiel hasta la muerte. Tome la espada del Espíritu que es la palabra de Dios y presentemos batalla a Satanás en todo momento. Que Dios les bendiga.