“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…” (He. 1:1-2). Si de algo podemos estar seguros es de la mega paciencia que Dios nos tiene a los seres humanos. Pues a pesar de nuestra dureza de corazón y la terquedad por hacer lo malo, que es contrario a la voluntad de Dios, él sigue hablando al hombre. Tratando de esta manera de salvarlo de la condenación que produce el pecado. En su trabajo misericordioso de persuadir al hombre para que deje de pecar, Dios ha echado mano de cuanto recurso tenga a su alcance para utilizarlo como instrumento, ya sea de corrección, como de dirección y edificación.

        Utilizó el agua para castigar a la generación antediluviana y levantó a Noé, cuyo nombre significa: descanso, tranquilidad, y fue un pregonero de justicia, para enviarle al hombre un mensaje de advertencia y oportunidad. Pero la gente lo rechazó: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (Gn. 6:11-12).

¿Cuánto tiempo duró la construcción del arca? No lo sabemos. Pero seguro que fueron muchos años. Y durante ese tiempo, aquel hombre llamado Noé, no se cansaba de anunciar el inminente juicio de Dios, como consecuencia de la maldad que llenaba el corazón de los hombres, que había corrompido toda la tierra creada por Dios. “Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca” (Gn. 7:23) Y los hombres no quisieron oír la voz de Dios a través de Noé.

En otra oportunidad, Dios utilizó el fuego para castigar la voracidad de la maldad de Sodoma y Gomorra. Estas dos ciudades estaban asentadas cerca de la llanura del Jordán. Y toda ella era zona de riego y tan hermosa, que se podía comparar con el “huerto de Jehová”, y como la tierra fértil de Egipto. “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová EN GRAN MANERA(Gn. 13:13). Cuando Dios le dijo a Lot, por medio de los ángeles, lo que había decidido sobre Sodoma y Gomorra, Lot quiso persuadir a sus yernos para que abandonaran la ciudad.

        “…Mas pareció a sus yernos como que se burlaba” (Gn.19:14). No oyeron la voz de Dios y se quedaron en Sodoma. Al amanecer, los ángeles apresuraron a Lot para que tomara a su esposa y sus hijas; y huyeron lo más pronto posible a la ciudad de Zoar. “Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra” (Vs. 24-25).

        Estas dos historias son tan impresionantes, que el mismo Señor Jesús las tomó como referencia para advertir de las circunstancias que precederán a su advenimiento, en el rapto de su amada iglesia. En otra ocasión, abrió camino en medio de las aguas del mar Rojo, para que pasara su pueblo Israel. Hizo descender maná (pan del cielo) para alimentar a su pueblo en el desierto. Levantó una nube de codornices para que comieran carne. Una columna de fuego los calentaba y guiaba en el desierto. Así también, una gigantesca nube los protegía del sol en el día. En fin, Dios ha utilizado cuanto recurso tiene para hablarle a su pueblo, pero no lo oyeron.

Por esto Dios dice: “Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos” (Is. 43:8). ¿Cómo así, tienen ojos y no ven, y tienen oídos y no oyen? Sí, mi querido hermano, este espíritu diabólico ha sido la causa principal que ha permitido que el hombre sea un prisionero de Satanás. El milagro de poder entender a Dios, no se opera en cualquier ser humano. No basta con escuchar un mensaje de Dios dicho mediante algún instrumento de Dios. Porque tiene que tener un proceso de interpretación espiritual, leamos: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Co. 2:14).

Tiene que producirse ese fenómeno espiritual de “acomodar lo espiritual a lo espiritual”. Dios sigue hablando al hombre y ha utilizado la fe en el sacrificio de Cristo Jesús en la cruz. Esta es la llave espiritual para tener acceso a un mundo de promesas y dirección de Dios para la salvación del hombre y del precioso evangelio, el cual contiene el fundamento de la vida y conducta del creyente convertido y transformado. Y también Dios sigue, en su labor de persuadir al hombre de su locura mortal y diabólica, utilizando al igual que en el tiempo antiguo los recursos naturales para llamar la atención de la humanidad.

Cristo habló de señales en el cielo, de  enfermedades, de crisis sociales a nivel mundial, del crecimiento exorbitante de la ciencia y de la influencia maligna que ella ejercería sobre la humanidad, del debilitamiento espiritual en la iglesia en todo el mundo; la aparición del hombre de pecado, el hijo de perdición el cual es producto del materialismo en su máxima expresión, etc. En fin, de muchas maneras y formas, Dios le habla al hombre para reconvenirle de sus malos caminos. Los insta a que busquen a Dios mientras puede ser hallado.

Y me pregunto mi querido hermano: ¿estás oyendo la voz de Dios y lo estás entendiendo? De tal forma que está transformando realmente tu vida y tu conducta. Mi amado hermano, no caigamos en el error de los pre dilúvianos ni en el error de los de Sodoma y Gomorra ni del pueblo de Israel en el desierto. Mientras estemos con vida tenemos la oportunidad de alcanzar mediante la fe en Jesús la preciosa salvación. ¿Me has entendido? Entonces es tiempo de responder: ¡Heme aquí, Señor! Que Dios te bendiga y te dé su Santo Espíritu. Amén.