En la iglesia damos gracias a Dios por la palabra que recibimos y por el Espíritu Santo que nos ayuda a conocer y entender lo que pasa en el mundo. Pero será más valioso si sabemos en familia, estudiar y practicar el amor que Dios nos da. Recordemos el pasaje: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6). Si esto se hace, lo más probable es que el adolescente y el joven, entenderán el amor del padre y serán amigos. Jesús nos dice: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14).

La amistad y la palabra, con la llenura del Espíritu Santo, nos ayudan a conocer y entender lo que sucede en el mundo, en donde se vive violencia y además, la ciencia promovida por el maligno, quien mata, roba y destruye.  Como ejemplo de esto, tenemos lo que experimentó Adán y Eva, oyendo y obedeciendo al que les dijo: “…sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3:5). Ese espíritu continúa hasta nuestros días, tal como ocurrió después del fracaso y la expulsión de la pareja que quiso ser como Dios.

Por eso la palabra dice: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Hab. 2:4). Esto sirve para ver el aumento de la ciencia y el incremento de la angustia. El profeta Daniel también dice: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Dn. 12:2-3).

         Durante estos años de pandemia, la palabra se cumplió en donde dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro. 8:28). De esta manera, los que continuamos escuchando la palabra y permanecemos en comunión, hemos visto a personas que antes de este fenómeno se habían retirado y ahora han vuelto al camino del Señor.

Hemos reanudado las reuniones de congregación y las visitas pastorales. Alegrándonos también en las actividades con la juventud, donde vemos el respaldo de nuestro Señor. Y en menos de dos meses, se hizo la primera reunión en El Quiché y la segunda en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla; en ambas se tuvo una asistencia promedio de 150 jóvenes. Se suma a ello, una reunión en San Sebastián, Retalhuleu. Las reuniones virtuales juveniles de los días lunes, han sido de mucha bendición, las cuales continuarán, ahora cada 15 días. Todas estas reuniones son atendidas por el Consejo Pastoral, con el apoyo local, más la presencia de los diáconos. Estas reuniones para los jóvenes surgieron durante la pandemia.

La última reunión fue planificada por el diaconado, dando como tema: “La administración de la función ministerial”. Un tema conforme a la palabra que conlleva las funciones del ministerio de la iglesia. Como subtema se expuso: “El conocimiento del misterio de Cristo”; en donde los gentiles son coherederos, miembros del cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (léase Efesios 3:4-6). Otro subtema: “Ministerio del apóstol”; y Pablo escribe: “Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Co. 4:1-2).

         Y el último subtema: “Los ancianos y obispos”; leamos: “Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo (…) retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tit. 1:7-9).

         Se da a conocer que para llegar a un privilegio, la palaba enseña que necesitamos morir al mundo, nacer de nuevo y recibir el Espíritu Santo. Así se presenta lo que Jesús le dice a Nicodemo: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (…) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es” (Jn. 3:3 y 6).

         Con el entendimiento de la palabra se nos muestra la comprensión del amor a Dios en primer lugar y tener como fruto, el amor al prójimo. Si el joven no tuviera a un familiar que esté en una función como siervo, apóstol o anciano, se puede acudir al diacono que sirve en la puerta, o acompaña a las visitas de las iglesias hijas. Se menciona en el Libro de los Hechos de los apóstoles, que los que servían las mesas fueron escogidos por: “buen testimonio y ser llenos del Espíritu Santo”.

         Reflexionemos sobre el caso del joven Esteban, quien dando testimonio sobre su amor a Dios y la fe en la palabra decía a los fariseos: “…vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis (…) Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hch. 7:53-56).

         Pidamos a Dios no olvidar que en casa, debemos escudriñar y enseñar la palabra a la familia que Dios nos ha dado. Si oímos y no entendemos la palabra, no habrá frutos que glorifiquen a Dios. Que Dios nos ayude a amar, tener fe y esperar al Señor que viene por sus siervos. Amén.