La vida es el tiempo que permanecemos bajo el sol, corriendo, comiendo, con angustias y dolores por el juicio de Dios que recibió Adán y Eva al comer del árbol de la ciencia que hace bien y mal. Por eso nos cansamos y nos enfermamos, esperando con miedo regresar al polvo de donde fuimos tomados. Pero si oímos a Dios, quien habla de muchas maneras, nuestra conducta puede cambiar para experimentar el verdadero gozo y paz, si entendemos que: “…el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Ro. 8:6). Si amamos a Dios y creemos a su palabra que nos da la promesa de la vida después de la muerte, Jesús nos dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn. 3:36).  Además, agrega el Señor: “…Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”  (Jn. 14:6). Cuando nos encontramos en afanes, podemos clamar con fe por la bendición que nos dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (V. 27).

El resultado de la ciencia en este mundo con sus adelantos técnicos es preocupante, ya que asusta la pérdida de recursos naturales, la contaminación, la injusticia, la violencia, la falta de trabajo y la degeneración moral y social. Por eso las familias de escasos recursos emigran a la ciudad para subsistir, con el riesgo de morir. Los que tienen recursos son motivados a vender o empeñar. Los de mayor capacidad económica y buena formación escolar, hoy cuentan con una diversidad de carreras de educación media y universitaria, buscando solvencia económica y las glorias que a la mayoría enaltecen; porque Satanás dijo: “seréis como Dios”; esto cumple la profecía que anuncia el fin y que dice: “…Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Dn. 12:4). Pero la maldad y la angustia aumentan, con lo cual el amor a Dios se enfría y la fe escasea.

 

¿Cuál es la orientación que los padres dan a sus hijos?

Las alternativas pueden ser: buscar el reino de Dios y su justicia o buscar reinar en este mundo. Hoy el mundo ofrece una variedad de carreras de nivel medio o universitario, las cuales pueden representar un peligro y desviarnos del camino, cuando nuestra mirada no está puesta en Cristo, sino en lo material y humano, por eso el apóstol Pablo nos dice: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Fil. 3:18-19). Y también el apóstol advierte a Timoteo, diciendo: “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe…” (1 Ti 6:20-21).

         Tomemos ejemplo de las siguientes experiencias, las cuales considero que tienen alguna enseñanza. Un creyente dejó su comodidad. Estudió cinco años agricultura y destacó en otras ramas. Luego pasó a la  universidad y después de cinco años, el día que le darían el grado de veterinario y zootecnista, murió accidentalmente. Allí terminó su carrera. Un pastor y maestro de seminario, vio como importante estudiar psicología. Repartiendo sus invitaciones para recibir el grado de licenciado, volcó el vehículo donde se conducía y allí también terminó su carrera. Conocí a dos estudiantes de medicina, quienes dejaron esa carrera para servir en el evangelio. Uno de ellos perseveró y ahora es un evangelista internacional.

¿Qué has dejado tú para poder servir a los hermanos? ¿Acaso el estudio, los deportes o un trabajo? El que no ha dejado nada, no ha nacido de nuevo. Sigamos el ejemplo de nuestro Maestro, quien al lavar los pies de sus discípulos, nos mostró la importancia de servir al prójimo y con sus hechos nos dijo: “aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”. Gracias Señor por hacerme entender tu palabra que dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”  (1 Jn. 2:15). Y gracias Señor por entender también que: “…los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Ro. 8:8). Padre, ayuda a tu iglesia a esperar tu venida, predicando a tiempo y fuera de tiempo. Amén.