En los hogares, los niños alegran y los jóvenes son importantes; al considerar que ellos serán la solución de los problemas. Unos trabajan, otros son motivados por lo que ven fuera del hogar. Los gobiernos perfeccionan planes de estudio para formar técnicos a profesionales, siguiendo carreras por vocación. Este plan básico se cierra con un curso, donde el estudiante presenta su proyecto de vida. Esto se presenta frente a la familia, donde el joven o señorita muestra lo que sueña ejercer, el ganar sus estudios universitarios, etc. En la graduación del nivel básico los premian y visten con toga y el sombrerito, como graduado de la universidad. ¿Qué nos dice esto?

Jehová dijo a Israel: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (Os. 4:6). Para restablecer el plan de salvación, Dios envió a su Hijo Jesucristo y como señal del fin, la palabra advierte que: “… la ciencia se aumentará” (Dn. 12:4). Y para mantener la esperanza de salvación, su Hijo enseñó cómo llegar al Padre. Este ministerio fue ejecutado por el Mesías en un periodo de tres años, para darnos la palabra, su Espíritu y su vida.

Recordemos que Satanás, desde el Génesis, mostró el engaño a Adán y a Eva; ofreciéndoles que serían como Dios, al comer del árbol de la ciencia que engaña. Porque consumirlo es adquirir el bien, seguido por el mal. Y este conocimiento es el que se da, al no entender que Dios ha dicho: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Hab. 2:4). Esta verdad sirve para reflexionar en casa con los hijos, para no caer en la trampa del engañador. Por ello, debemos conocer y entender la justificación al morir y nacer de nuevo, oyendo la palabra, estudiándola y viviéndola, mediante la guianza divina.

Debemos crecer en fe, esperanza y amor. Y con Dios, debemos ayudar a los adolecentes y jóvenes con el consejo que ha dejado el Señor en su palabra: “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios” (Ec. 11:9). Continúa enseñando el consejo y diciendo: “…Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ec. 12:13-14). Podemos encontrar más sobre el juicio, en Mateo 25:41 al 46.

Si buscamos de corazón y con necesidad, la ayuda divina vendrá. Job nos dice: “…He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia” (Job. 28:28). Israel recibió los mandamientos y los conoció, pero no los entendió. Y el resultado fue caer de la gracia y perder el sacerdocio. Porque se emocionaron con las culturas, se dedicaron a complacer su carne y cayeron en idolatría. Nosotros estamos en el mundo, pero no seguimos sus corrientes. Seguimos a Jesucristo, quien nos dice: “…Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;  nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).

Las cosas viejas se quedaron y hoy hacemos la voluntad de Dios. Jóvenes, es sabio reflexionar sobre el temor a Dios. Porque cuando no conocemos ni entendemos al Señor, le tememos a la palabra o tenemos miedo por lo que sucede en el mundo. Pero buscando al Señor, encontraremos promesas que nos ayudan a vivir con paz. El Señor nos dice: “…En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Esta promesa fortalecerá como esta: “si me amáis, todo lo que sucede será para bien”. Entendamos estos ejemplos: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos” (Pr. 14:26).

Si quieres sabiduría sin fatiga de la carne, Dios nos da este regalo para cada día: “El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; Y a la honra precede la humildad” (Pr. 15:33). Esperando más días para hacer la voluntad del Señor, porque: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende” (Sal. 34:7). Jóvenes, entendamos que estamos en guerra. El enemigo vino para matar, robar y destruir. Pero Dios envió a su Hijo para darnos vida y vida en abundancia, si guardamos sus mandamientos, los que Israel cambió.

Para nosotros, al sobrellevar durante años las cargas y cumpliendo la ley de Cristo, este milagro se amplía así: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Ro. 13:8-9).

Joven, si tienes madurez, pide a Dios buscar el consejo para entender el llamado divino para recibir el bautismo y que comiences la nueva vida, entendiendo el llamado del Señor: “…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24). Pedimos a Dios que en el hogar, busques a papá o mamá, para que te cuenten su experiencia del nuevo nacimiento. Si lo saben y no lo hacen, es injusto. La palabra dice: “instruye al niño o al joven en su camino, para que cuando sea viejo no se aparte de él”. Dios les bendiga y nos ayude. Amén.