El pueblo de Israel, siendo esclavo de Faraón en Egipto, clamó y Jehová envió para liberarlos a Moisés. La salida requirió vencer dificultades, con la manifestación de las plagas hasta la muerte de los primogénitos de los egipcios, incluyendo la muerte del hijo de Faraón. Con esto se logra la salida mediante Moisés, quien por fe vio la apertura del mar para llegar al desierto. Tiempo de Dios para evaluar la fe y el amor de los israelitas a Jehová, quien entregó a Moisés los mandamientos a cumplir para pelear y llegar a Canaán. Los incrédulos y rebeldes murieron en el desierto, en los mandamientos dice: “…y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Ex. 20:6).

         Moisés exhortó al pueblo a obedecer los mandamientos así: “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta” (Dt. 4:5-6). La obediencia confirma la sabiduría y la inteligencia.

 

¿Dónde encontrar la sabiduría y la inteligencia que agrada a Dios?

“…He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia” (Job. 28:28). David dice a los que andan en santidad: “…Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre” (Sal. 111:10). Y también afirma: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto” (Sal. 25:14). Salomón dice: “…No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne (…) Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ec. 12:12-14).

¿Cuál es su experiencia en el tiempo de niño, de joven o aun de anciano? Los intelectuales o científicos buscan fama, glorias o riquezas, y huyen de la muerte. Los estudiosos para sostenerse se sacrifican y necesitan estimulantes y se hacen dependientes, no sólo de los fármacos, sino de los médicos. Pablo le dice a Timoteo: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:9-10).

         El problema para la juventud de hoy es que la ciencia aumenta, fortaleciéndose la oferta que Satanás dio a Eva: “si ustedes tienen la ciencia serán como Dios”.  ¿Cuál debe ser tu elección, quién es tu consejero? Dios dice a su pueblo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:13-14). El Señor nos dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt. 6:24). El Señor ayuda a sus hijos diciendo: “¿De qué sirve si gano el mundo y pierdo mi alma?”

Los que están partiendo por la pandemia u otras causas, sólo esperan el juicio al cual todos llegaremos. El Señor dice a su iglesia: “el que tiene mis mandamientos y los guarda, es el que me ama, y el que me ama será amado por mi Padre”. Si estamos en el Señor y él está en nosotros, daremos testimonio del nuevo nacimiento y la llenura de su Espíritu Santo. Así oiremos y entenderemos que Dios está con nosotros, estando muertos al mundo y a la carne, pero con el amor al que nos llamó para ser parte de su cuerpo.

Es tiempo del fin. Por eso debemos buscar y mantener esta condición: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él (…) (y si guardo la palabra) vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn. 14:21-23). Con esto podemos vivir sin turbación y sin miedo. En el amor no hay temor, porque el perfecto amor echa fuera el temor ¿Joven, en qué trabajas y para qué lo haces? Busca el consejo para definir tu carrera, tus estudios. Leamos: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mt. 16:26-27).

Si eres nacido y convertido por el Espíritu, entenderás la palabra que oyes y estarás en casa escudriñándola. No temerás a la muerte, sino pelearás para mantener tu fe, amando a Dios y a tu prójimo, sabiendo que llegará el día del justo juicio de Dios: “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo (…) pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno…” (Ro. 2:7-10).

Entendamos hermanos, el Señor dice a su iglesia: “sin mí nada podéis hacer”, y: “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Es palabra de Dios, para que muramos y nazcamos de nuevo, para amar al que nos amó y para amar al prójimo. Amén.